Trece Rosas en el paredón del recuerdo
Homenaje en Madrid a 13 jóvenes fusiladas tras la guerra civil
"Que mi nombre no se borre en la historia". Julita Conesa tenía 19 años cuando expresó su última voluntad en una carta a su madre poco antes de ser fusilada, al amanecer del 5 de agosto de 1939, por los franquistas. Ella y otras 12 jóvenes -la mayoría, menores de edad y socialistas- murieron ese día injustamente acusadas de haber atentado contra el comandante Gabaldón nueve días antes. Ayer, cuando se cumplían 55 años de los fusilamientos, recibieron el tributo de familiares y compañeras de lucha en el cementerio de la Almudena. Ningún partido acudió.Cincuenta personas acudieron ayer por la mañana al camposanto para recordar a las Jóvenes a las que popularmente se conoce como las Trece Rosas. Entre ellas estaban algunas de sus compañeras de cárcel que escaparon de la muerte, como Nieves Torres. "A mí y a otras", explicó, "en vez de juzgarnos el 3 de agosto, lo hicieron el 12. Nos condenaron a muerte igual, pero nos libramos gracias a la presión internacional que levantaron las ejecuciones".
Piedad Arribas, que pasó 16 años en prisión, se queja porque , según ella, "cuando llegó la democracia aquí no pasó nada. Se olvidaron de nosotras y de dos millones de personas que murieron en la guerra". Algunas compañeras se unen a su protesta y cargan además contra la ausencia de políticos en el acto. Recuerdan que en 1988, cuando se puso la placa conmemorativa en el cementerio, asistió el concejal de Cultura del Ayuntamiento, "y hoy no ha venido nadie", dicen.
Varias de las Trece Rosas ya estaban detenidas cuando el comandante Gabaldón murió en un atentado el 27 de julio de 1939. Esa circunstancia no impidió que todas fueran. condenadas a la pena capital y fusiladas. El motivo, nunca reconocido oficialmente, fue su pertenencia a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), pero ellas no fueron las únicas víctimas Un total de 68 personas desfilaron al paredón por su vinculación con las JSU.
El homenaje se llevó a cabo frente a la placa -instalada en 1988 por el Ayuntamiento, a petición de CC OO- que recuerda la muerte de las jóvenes, y que ayer estuvo acompañada de coronas y ramos de flores. Familiares y compañeras de lucha acuden, al lugar cada 5 de agosto y también cada 8 de marzo, con motivo del Día de la Mujer Trabajadora. Ayer, curiosamente, coincidieron las asiduas al aniversario con otras ex compañeras de lucha y parientes a los que localizó la organizadora del homenaje, Silvia Escobar. Ello provocó algunos momentos de confusión y desorganización, pero también emocionantes escenas de reencuentro tras cinco décadas de separación.
Escobar leyó un texto que expresaba la triple finalidad divulgativa del acto: dar a conocer los hechos a la opinión pública, el testimonio manuscrito de Julita Conesa y el libro de Fernanda Romeu -El silencio, roto: mujeres contra el franquismo-, que recoge la historia de las Trece Rosas. A continuación, una sobrina de Julita Conesa leyó un pasaje de la última carta que ésta envió a su familia antes de ser enviada al pelotón de ejecución.
Dos minutos de silencio
La siguiente en tomar la palabra fue Fernanda Romeu. Tras su intervención, los reunidos guardaron dos minutos de silencio en memoria de las Trece Rosas, lo que debía constituir el colofón del homenaje. Pero algunas veteranas de la lucha antifranquista no quisieron concluir el acto sin cantar Joven guardia primero, y, ya con el puño en alto, La internacional.Fue un momento emocionante y algunos asistentes no pudieron contener las lágrimas. Después, parte de los reunidos buscó el lugar del cementerio donde se pasé por las armas a las jóvenes para depositar una segunda ofrenda floral.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.