Delgaditos
Por mucho que se empeñen los anuncios que proliferan por doquier, proclamando sistemas para perder kilos en verano, lo único que por estas fechas adelgaza de verdad son los periódicos, deprimente comprobación, en lo que a mí respecta, porque detesto convertirme en una lectora de agosto condenada a enterarme de chorradas -e incluso a escribirlas-, a mayor honra de esa bobería generalizada que se nos adjudica cuando entramos en periodo de vacaciones. Los escuchimizados diarios se nos quedan en nada, y eso sólo porque nos encontramos en el hemisferio que incluye la holganza entre sus actividades de esta época del año. Por si fuera poco, odio los pasatiempos, los acertijos, los juegos y las noticias cortas. Fascinantes semanas me esperan, a fe mía.Por otra parte, como todos sabemos, es mentira que en agosto no pase nada, como bien nos han recordado, en los últimos años, algunos acontecimientos ya históricos -invasión de Kuwait por Irak, golpe de Estado en la URSS-. Si entramos en el periódico por Internacional, que es por donde hay que meterse, aunque sólo sea porque viajar ilustra, no tendremos más remedio que quedarnos ahí un buen rato, porque ni el músculo duerme ni la ambición descansa. Pero en cuanto pasas Ruanda y compañía y llegas a las páginas de nacional, hecatombe. ¿Es que no ocurre nada en este país? No: es que los políticos, como los periodistas, están de vacaciones, y el sufrido retén que queda en las redacciones no tiene una maldita frase en mármol que llevarse al titular. A. partir de ahí, el tebeo.
Si alguna vez me tocan varias bonolotos, me prometo inventar un periódico ambulante, con redacciones locales que irán sustituyendo a las que entran en periodo de relajo. Ahora mismo, pondría la sede temporal en Haití. Y sería un periódico gordísimo.
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