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San Sebastián: El Topo

Pero hubo un tiempo en que fue un niño..., y jugó con los niños".El Topo es una chulería. "Es el tren de vía estrecha más bonito de Europa", en boca de don Jesús Muñoz. Y tiene razón. Don Jesús, medio siglo atrás, ya estaba enredando con la vía métrica (un metro de anchura) de El Topo; se jubilé hace un tiempo, cuando era inspector de movimiento (de topos, quiere decirse). El Topo une San Sebastián con Hendaya y viceversa. El viaje de ida y vuelta cuesta 180 pesetas; si uno está de más, va y viene toda una tarde por poca cosa. Y es como el cine, viajar en El Topo. Fue inaugurado en 1913 y su promotor, el excelentísimo señor don Plácido Allende, ingeniero, tiene un busto que se las trae en los mismos andanes, como mirando al viajero.

El Topo recorre, de Amara a Hendaya 22 kilómetros en 37 minutos. Casi nada. De punta a punta hay 14 estaciones y 14 túneles: por esto se le bautizó El Topo. Es una monada de tren; en 1973 se echó la casa por la ventana, se gastaron 1.200 millones de pesetas por lo menos y se renovó todo, incluso la catenaria. Porque El Topo es eléctrico, claro. Y entre pitos y flautas transporta a seis millones de viajeros al año. Sale cada media hora. Los más veteranos de San Sebastián derrochan nostalgia cuando exclaman: "¡Había que ver El Topo viejo!".

El Topo nuevo es un juguete, y maravilla: los cuatro vagones de a diario son como recién estrenados, de color gris; y a las puertas las envuelven unos redondeles azules; y el azul es el color de unas rayas a modo de faldones de cada vagón. Ya hemos entrado en El Topo; el amarillo domina por dentro, los asientos son funcionales, no hay retrete (no es un reproche, es una información). Arranca El Topo de Donostia, estación de Amara viejo; rueda a 70 kilómetros por hora.

Primera parada, Anoeta, Anoeta en euskera; en un abrir y cerrar de ojos echa a andar de nuevo; a un lado se divisa el monte Ulía de San Sebastián; a la derecha, la pradera es un remanso; viaja gente joven, estudiantes, obreros, señoras con la compra; una alemana que se llama Ingrid nos toma por locos; carga con un petate descomunal. En nada, El Topo para en Loiola y rueda otra vez; el túnel, largo, hace bufar al aire, que jalea la cabellera de Carmen y Ana, madre e hija, que van de compras; un chico se ha dormido sentado; ya estamos en Herrera; el paisaje es feo y miramos al cielo, encapotado. Pasaia es la estación de Pasajes; suben y bajan pocos viajeros. En Galtzaraborda suben dos crías de 13 años; dicen que no van a ninguna parte, que quieren pasarlo bien, sin más. ¡Zas!, ya estamos en Rentería; arrancamos, desaparecen los rascacielos feos y abordamos la cultura del verde. Sin pensarlo estamos en, Oiartzun; a la izquierda es una bofetada a la belleza del paisaje; ahora se detiene El Topo en Gaintxurizketa y miramos al suelo. Unos segundos largos y llegamos a Irungo-Bentak. ¡Qué bien! Salimos. El redoble del tracatrá de ruedas y, carriles, ahora, es_música rockera. Parada de 15 segundos en Belas-Koenea. El Topo arranca sin mas, y navega, navega con su tracatrá magníficamente por entre una cierta belleza, hasta que aparece una especie de pintada que es un cartel de una razón social y que dice: "Bacalao Santymar". Pero ya nos hemos detenido en Irún; preguntamos a Carmen y a Ángel, mozos ya: ¿Dónde recibió Franco a Hitler durante la última guerra mundial, en Hendaya o en Irún? No saben, sonríen y se miran. El Topo en estos instantes orquesta su tracatrá; es un señor, El Topo. Parada y salida de Nazioarteko Zubia, puente internacional. Vista a la derecha: muy allá se divisa Fuenterrabía, al lado el Bidasoa. Vista a la izquierda: una pared. Más adelante Hendaya, muchas chicas con petate, hombres y mujeres simples, Francia, la desgracia de la peseta, 800 francos por 20.000 pesetas, vuelta a El Topo, Donostia, este anochecer está sembrado de tetas ejemplares. San Sebastián es un pecho de mujer.

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