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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

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Como madre, me siento instada a protestar por la forma en que se quiere manipular a los pueblos imponiendo formas de actuación que llevan a la destrucción de la humanidad. Pensando en el futuro de mis hijos, y de los demás niños y jóvenes, no puedo quedarme de brazos cruzados ante estos planteamientos reduccionistas que sólo persiguen el bienestar de unos cuantos (los llamados países desarrollados), aprovechándose de la falta de medios económicos de otros apellidados subdesarrollados. A éstos se les extraen sus recursos naturales y, a cambio, se potencia la desaparición de sus pobladores a fuerza de introducirles en prácticas contrarias a sí mismos: como el aborto, que destruye la vida humana más indefensa; la esterilización, que mutila una de las capacidades principales del hombre; la imposición de límites al número de hijos; la promoción y casi obligación de métodos de control de la natalidad que separan las dimensiones unitiva y procreadora de la relación matrimonial... Y todo bajo la amenaza de las ayudas económicas.Se pone en juego el futuro de la humanidad. ¿Cómo se puede ignorar la institución del matrimonio, que es antropológicamente la médula espinal de la sociedad? Lugar donde se aprende a amar y a ser solidario.

¿Por qué no hablan claro los infiltrados de la IPPF (Federación Internacional de Planificación de la Familia), por ejemplo, la señora Nafis Sadik, que es ahora directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Población y el Desarrollo? ¿Por qué tienen ese empeño de convertir la tierra en paraíso para unos pocos eliminan do a las poblaciones jóvenes del mal llamado Tercer Mundo? ¿Temen que les invadan y quiten el sustancioso bienestar que a diario disfrutan?

Por todo, quiero manifestar públicamente mi desacuerdo ante tales planteamientos, y espero que los que nos representan ante dicha conferencia protejan a la familia y su libertad inviolable de tener responsablemente cuantos hijos quieran tener. Y protejan también a los niños y jóvenes de los afanosos de poder, que, mediante campañas mal llamadas liberalizadoras, los dejan inermes éticamente y sin ninguna ilusión en la vida.-

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