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El gran salto de Hussein y Rabin

Los líderes jordano e israelí sellan hoy en Washington una reconciliación histórica

El rey Hussein de Jordania y el primer ministro de Israel, Isaac Rabin, se encontrarán públicamente hoy en Washington para abrir una nueva era de sus relaciones que promete afianzar el proceso de paz en Oriente Próximo. Lo harán bajo la satisfecha mirada del presidente norteamericano, Bill Clinton, que ha invertido su prestigio internacional en la búsqueda de una receta para desactivar los riesgos omnipresentes en una de las regiones más explosivas del planeta.Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos norteamericanos e israelíes, Hussein y Rabin no firmarán un tratado de paz. En medios informados se habla de una declaración que pondrá fin a 46 años de estado del beligerancia y de la creación de mecanismos para el estudio de proyectos de cooperación y desarrollo.

La paz en la región avanza inexorablemente. Quizás no a la velocidad que desearían los protagonistas del conflicto árabe-israelí, pero las posibilidades de un acuerdo parecen cada vez más cercanas.

El ministro de Exteriores de Israel, Simón Peres, dijo ayer que el tratado de paz podría firmarse "en algunos meses", dando a entender así que los jordanos no quieren irritar a Siria con una reconciliación total con Israel. Ayer mismo, el presidente sirio, Hafez el Asad, recibió en Damasco a su homólogo egipcio, Hosni Mubarak, que trata de mediar entre Siria e Israel tras el fracaso de la recientemente finalizada gestión del secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher.

Cuando Hussein y Rabin se den la mano en la ceremonia que evocará, sin duda el histórico encuentro entre el primer ministro israelí y el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, en septiembre pasado, será todo menos una reunión entre extraños. Jordania e Israel han mantenido innumerables contactos secretos, incluyendo conversaciones directas entre sus líderes máximos en Londres y en los remotos confines del desierto común tras rocambolescas operaciones, muchas de las cuales acabaron siendo filtradas a la prensa. Pero la primera aparición de ambos en público, hoy, consolidará la imagen de una aproximación real y cargada de las mejores intenciones.

Para los israelíes, el encuentro de hoy premia su ardua búsqueda de contactos separados con sus vecinos y acuerdos similares a los que le permitieron ofrecer autonomía limitada a los palestinos. Ésa táctica, rechazada categóricamente por Siria y Líbano, evidentemente funciona con Jordania, pero el rey ha tenido que dorar la píldora para ahorrarse críticas internas y condenas externas.

Hussein ha subrayado que aceptar la invitación para ir a Washington producirá automáticamente beneficios tangibles para Jordania: Estados Unidos ha ofrecido condonar la deuda de 950 millones de dólares y contribuir a la modernización de las fuerzas armadas del reino.

Por supuesto, muchos de los acuerdos a los que Hussein y Rabin lleguen en sus contactos van a quedar, al menos de inmediato, en la mas estricta reserva. Eso sí, se espera una declaración concreta en torno a las reclamaciones jordanas sobre al uso del agua del río Jordán y las reivindicaciones territoriales de Ammán.

La parte visible del encuentro puede deparar más de una sorpresa: en medios políticos israelíes se especulaba con que Hussein podría anunciar oficialmente en Washington su aceptación de la invitación de Rabin para visitar Jerusalén. El rey es el guardián de los Santos Lugares de Jerusalén desde que su abuelo, el rey Abdulá, fuera asesinado por un palestino a la entrada de la mezquita de Al Aqsa en julio de 1951. Pero ese viaje puede reavivar la suceptibilidad con Arafat, que considera al Jerusalén árabe como la capital de su embrionario Estado y que ya la semana pasada declaró airadamente que sólo él, en su calidad de presidente de la autonomía palestina, puede extender este tipo de invitaciones oficiales.

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