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Izquierdismo

Enrique Gil Calvo

Uno de los resultados más importantes de las pasadas elecciones europeas ha sido el ascenso del voto a Izquierda Unida, por mucho que quepa relativizarlo. Es cierto que el vencedor absoluto ha sido el centro derecha, por lo que no hay alza izquierdista, sino sólo aumento del radicalismo de unos votantes de izquierda que globalmente menguan. Y también lo es que parte del alza electoral de IU no es mérito de la propia coalición, sino sólo voto de castigo al PSOE. Pero estos matices no impiden reconocer que IU incrementa su porcentaje de votos emitido con respecto al año anterior muy por encima de cuanto lo hace, por ejemplo, el PP (que gana un 18% frente al 43% de IU): un resultado no coyuntural, pues se confirma con la intención de voto reflejada en el barómetro de Demoscopia (EL PAÍS, 3 de julio de 1994), Y además, comparado con el resto de Europa, IU es el único grupo político procedente del comunismo que asciende electoralmente, pues todos los demás bajan; y tanto los todavía estalinistas (caso portugués o francés) como sobre todo los que ya se han convertido explícitamente a la socialdemocracia (caso italiano, que es el fracaso más llamativo).

Hasta ahora, el comunismo italiano era el espejo en el que se miraba su hermano menor español. De ahí que se tratase de mimetizar todos los giros estratégicos italianos adaptándolos a nuestro país. Y, cuando tales estrategias fallaban (caso del ya olvidado eurocomunismo), el fracaso, se atribuía a no haber profundizado lo suficiente en la vía italiana. Pero es que la correlación de fuerzas entre las dos almas de la izquierda (comunista y socialdemócrata) era en el caso español inversa a la italiana: allí el PCI era dominante, mientras aquí el PCE quedaba en minoría. Esto es lo que ha impedido al comunismo español romper formalmente con el leninismo y la revolución, proclamándose explícitamente reformista y socialdemócrata. Pero al no poder quedarse tampoco reducido a una numantina resistencia estalinista, el resultado ha sido un híbrido tan esperpéntico como español: ni comunista ni socialdemócrata, sino todo lo contrario. Ahora bien, esta paradójica ambigüedad política (o esta contradictoria hipocresía ideológica, si se desea descalificarla) ha comenzado a rendir sus frutos electorales: mientras el socialdemócra ex comunismo italiano se deteriora en las urnas, acompañando al hundimiento socialista, entre nosotros el ambivalente ex comunismo triunfa a costa del declive de los socialistas, logrando reinvertir en su propio beneficio la correlación electoral de tendencias.

Así, Izquierda Unida ya no precisa seguir mirándose en el espejo italiano y puede comenzar a volar con alas propias. Pero ¿hacia dónde volará? ¿Qué chance política tiene hoy una izquierda radical, cuando por todas partes en Europa se halla en retirada? Por supuesto, la mejor tentación es la de seguir vampirizando al PSOE: denunciando sus delitos, fiscalizando sus incumplimientos programáticos y sangrándolo electoralmente. Esta estrategia de la resistencia, o de lucha incorruptible contra todos los abusos del poder (históricamente heredera. de la tradición anarquista española), es la que mejor rentabilidad electoral le ha proporcionado a IU mientras su electorado era mínimo, por reducirse al voto militante o de protesta. Pero está predestinada a morir de éxito, pues deja de ser válida desde el momento en que se amplíe su cuota de votantes: no se puede permanecer enclaustrado en las catacumbas de la resistencia y, al mismo tiempo, extender los tentáculos hacia la moderada clientela electoral del PSOE.

La retórica antipoder ya no basta, si es que se aspira a representar proporciones cada vez mayores de la base social de la izquierda (y mucho menos si se desea sobrepasar la cuota del voto socialista). Para ello, además de rentabilizar la cultura de la resistencia, hace falta proponer también un programa realista de gobierno y un modelo creíble de sociedad. Pero dada su flagrante carencia de todo esto, ¿hasta cuándo podrá mantener IU su calculada ambigüedad de no parecer comunista ni socialdemócrata?

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