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MUNDIAL 94

"Mi 'karma' es el sufrimiento"

Roberto Baggio, el budista más criticado y amado de Italia

Santiago Segurola

Llegados a este punto, los italianos no escatiman títulos para su héroe. Para unos es, el divino, y para otros, el príncipe. Por supuesto, hablamos de Baggio. Roberto, no vayan a confundirse con el otro, con Dino,. un jugador casi tan providencial en la selección italiana, pero con sólo un punto en común con astro del Juventus: el apellido.Italia trata a sus ídolos como Clemente a sus adversarios. Los maneja partido a partido y luego mira los resultados. Unos dirán que es una actitud pasional y otros que es una cuestión de oportunismo. En cualquier caso, los héroes italianos habitan un momento en el cielo y otro en el infierno. Vean a Baggio, amado hasta la exageración por cuatro goles decisivos y criticado sin piedad en los tres primeros partidos. Ahora es un tótem nacional, el personaje milagroso que salva a su equipo en cada batalla. Italia le adora, le aclama y deposita en su pie derecho la fe conveniente para ganar la Copa del Mundo.

Apenas,20 días atrás, Baggio era un jugador traicionado por todos: por Sacchi, por la prensa, por los tifosi; e incluso por su talento. Había arribado a América con la credencial de mejor jugador del mundo, envuelto por una propaganda desmesurada y una vieja duda. Sacchi sospechaba de sus condiciones para adaptarse al rígido patrón del seleccionador italiano. Baggio le ofrecía talento con la pelota y capacidad para decidir partidos en cualquier momento, pero no le recitaba los mandamientos de un entrenador que vive entre el cartesianismo y la burocracia. Baggio, el chico ligero (1,72 metros, 67 kilos), limitaba los planes de Sacchi con la presión, con la disciplina, con el esfuerzo físico, con el juego aéreo. De esa manera se inició un debate por elevación. La Italia que creía en Sacchi y la Italia que adoraba a Baggio, es decir, al futbolista por encima de la pizarra.

La Copa del Mundo ha demostrado con estos dos hombres una extraordinaria fuerza dramática. Presidida por el ojo público de los periodistas y de los aficionados, la relación entré Sacchi y Baggio se ha convertido en la historia más fascinante. Los dos han ganado y han perdido, han tenido sus momentos de gloria y de fracaso, pero en esta clase de pugnas teatrales siempre hay un vencedor final. Esta vez es el jugador: Baggio.

Mucho antes de que el budismo se pusiera de moda en los círculos del arte, el cine y la música, Baggio declaraba su condición budista. Se hacía un poco extraño escucharle hablar sobre el karma en sus primeros años en el Fiorentina donde muy pronto se declaró la baggiomanía. En la Juve, Baggio lleva el ideograma japonés de la victoria en su brazalete de capitán.

"Mi karma es el sufrimiento", decía la semana pasada. Algo de verdad hay en esa declaración. Baggio sufrió un calvario en la primera mitad del torneo, pero no se desplomó. Viajó del desastre a la gloria en el último minuto del partido ante Nigeria. En ese momento, el duelo ideológico entre Sacchi y Baggio tomó un nuevo rumbo. Sacchi era el personaje odiado en Italia; Baggio, el hijo más amado. Cada uno de los partidos siguientes ha abundado en esta línea. Al final, la pizarra y los entrenadores llegan hasta un peldaño. El último siempre lo suben los grandes jugadores.

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