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Historias de un 'campana'

La plantilla de los bomberos municipales se rejuvenece con 150 hombres, la promoción más numerosa de su historia

Ana Alfageme

-¿A que os caemos bien, a que sí?-, preguntó Ray.Treinta y dos bomberos, formaban a las 8.50 del jueves un semicírculo en el patio del parque 6º, a espaldas de la plaza Mayor.

La mitad de aquellos hombres iniciaba su guardia de 24 horas -Ray entre ellos, y por eso el comentario- y la otra mitad concluía su trabajo. Pero todos escondían la espalda musculosa en el uniforme azul, llevaban el casco calado y el cinturón con mosquetones puesto. Parecía el momento más solemne el del relevo cuando el sargento Ortega, el capataz, dijo a Ray y a sus compañeros:

-Haceos cargo del servicio.

Contando los otros 10 parques de bomberos de Madrid, en ese momento del día 242 hombres se iban y 242 tomaban el relevo de una maquinaria que funciona sin chirridos. El Ratón, el Cura, el Lenguas y el Erentxun se quitaron el casco y fueron a cambiarse de ropa para marcharse a casa. La del miércoles había sido una guardia tranquila, nada que ver con la última, la del domingo, en que hubo dos incendios importantes. Sin embargo, el miércoles 29 fue atareado: la central telefónica del tercer piso dirigió el trabajo de los otros parques, desperdigados por la ciudad: en total 61 salidas en las 24 horas, 35 de ellas a fuego (sobre todo de pasto). También hicieron 11 rescates.

En el parque 6º, la madrugada del jueves llegó con ganas de que sonase el timbre para una salida: "Ya sé que suena raro y que si nos avisan es que pasa algo malo, pero este trabajo tira tanto...", decía un bombero. Pero el tiempo fue pasando entre risas, recordando bromas entre compañeros; por ejemplo, la boda del multicampeón de España de artes marciales Fabián Cuenca, El Lenguas, de 30 años.

-La cara que puso su madre cuando vio que, le cortamos los pantalones del traje por el muslo.

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El Lenguas, un narrador estupendo, asentía:

-Todas las fotos las tengo con el pantalón cortado.

Al bombero Roberto, de 24 años, le apodaron El Ratón por su manera grácil de trepar por la cuerda; a José Luis, de 30, le llamaron El Cura por su carita. A Enrique, de 34 años, que es campeón de atletismo, El Erentxum, por sus rasgos vascos. Todos ellos y alguno más son del trust del espagueti (bomberos que se juntan para preparar la comida).

Pasó la noche en el dormitorio diáfano con los ronquidos de siempre surgiendo del rincón de los búfalos (la esquina donde duermen los que roncan) sin que la luz y el timbre les despertaran y pusieran el corazón a latir como una locomotora. Los bomberos duermen siempre vestidos, con las botas a pie de cama. Tampoco Pepe, un bombero parecido al actor Alfonso del Real, tuvo que esperar a sus compañeros a la puerta, de madrugada, cuando ellos llegasen cansados y sucios de algún fuego. El hombre se ahorró preparar café e ir a por churros.

José Raimundo Ngui, Ray, de 24 años, el más moreno del nuevo turno por ser hijo de guineana, no olvidaría nunca el instante del relevo. Hasta el jueves había sido un aspirante; ahora era el bombero 1.039, un chino (novato), miembro de la tanda (promoción) más numerosa (150 hombres) de la historia del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, que cuenta con 1.500 miembros. La edad media de los chinos es de 25 años, son fuertes y muy deportistas, según los mandos, y todos tienen como mínimo el título de graduado escolar.

Si el día fuese tranquilo, habría tiempo para pasar por el diminuto gimnasio del parque, hacer la compra, la comida y unas maniobras por la tarde. Pero aún era de mañana y el bombero Rafael, de 54 años, La Tía (así apodado por su dedicación a los demás bomberos y ahora a los dos jefes de guardia), daba el relevo a su íntimo amigo Luis, de 63 anos, La Madre (por el mismo motivo).

Hora y media más tarde, a las 10.30, Ray tuvo su primera experiencia como bombero. La alarma llegó con un muchacho asustado que cruzó a zancadas la plaza Mayor: se le acababa de incendiar la freidora en sus narices, en un bar de la plaza.

Cuando sonó el timbre, Ray estaba ya en el coche bomba, nervioso y concentrado. Iba a ser campana (ayudante del jefe).

Fuegos como mujeres

Por entonces, Luis, La Madre, empezaba a preparar el. aperitivo de los jefes de guardia. Se subiría al coche sin pensarlo dos veces. La Madre es un asturiano nacido a la sombra de los Picos de Europa que pescaba truchas a mano y se tiraba hace muchos años al Manzanares sólo con un calzón de baño para rescatar a quien lo necesitase. Un hombre de porte elegante que dice que hay fuegos como mujeres: altos y bonitos (fuegos con mucha llama y al aire libre) y feos y bajitos (sótanos que son trampas de humo).

El fuego del bar de la plaza Mayor consistió en unas cuantas llamas y humo negro. Los bomberos entraron y dijeron:

-Traed aceite frío.

Y con el aceite -de cosas así sale el dicho de las ideas de bombero- sofocaron el fuego "por la sencilla razón de rebajar el calor. Además, así es más limpio", comentaba uno de los jefes, José María Pérez Soria.

Minutos después, Ray entregaba los datos a su superior con una sonrisa de oreja a oreja. Y aún disfrutó más cuando su coche llegó en dos minutos a un incendio en San Bernardo. Ya era uno de los 1.500 bomberos de Madrid.

Manual de instrucciones

A alguna de las 10 líneas del 080 han llamado para vender una tricotosa o pedir un dentista. Incluso alguno ha gritado al auricular: "Fuego, fuego", y ha colgado. Así se puede ayudar a los bomberos:- Al llamar al 080 hay que indicar la calle, el número, el piso y la letra del lugar donde ocurre el suceso. El ordenador de los bomberos dará al operador, al introducir las señas exactas, valiosa información: anchura mínima de la calle, eventual, existencia de un colegio, altura máxima de las casas. Hay que ser preciso: un fuego por gas, una inundación. La central puede enviar el vehículo más adecuado.

- Salga a esperar a los bomberos al portal.

- Si hay un fuego por gas ciudad, abra las ventanas; si es de otro tipo, vaya cerrando las puertas al salir. Si el fuego se declara en un piso inferior al suyo, no salga a la escalera. Si las llamas están por encima, puede marcharse.

- El Ayuntamiento cobra una de cada cuatro intervenciones, a 3.800 pesetas la media hora, en sucesos que impliquen negligencia; por ejemplo, comisas que se caen por mal estado, o puertas que hay que abrir porque hay un puchero en el fuego.

Que salga 'la pastora'

Cuatro siglos han creado el léxico especial que usan los hombres de azul del Ayuntamiento. He aquí algunos ejemplos:

Cucaña. La fotogénica barra por donde bajan los bomberos desde el dormitorio hasta los carruajes (coches de bomberos).

Tanda. Cada una de las promociones de bomberos.

Campana. El puesto que ocupa en cualquier dotación de bomberos el funcionario más joven. Antiguamente era el que tocaba la campana al ir al incendio. Ahora se encarga de comunicar con la central de comunicaciones, ser la sombra del jefe y recoger los datos de la salida (calle, tipo de fuego) para proporcionárselos al capataz, que es el mando máximo en un parque.

Pastora. Carruaje para apagar fuegos de pasto.

Chino. Bombero novato.

Coche de las bayetas o el coche de los moñigos (sic). El vehículo que se emplea en las inundaciones.

Mangaje o instalación. Lo que el común de los mortales llama mangueras.

El sinóptico. Panel luminoso de la central donde aparecen todos los vehículos y los bomberos de guardia (unos 250).

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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