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Reportaje:

Los cachorros de Pedro Toledo

Los ejecutivos del antiguo Banco de Vizcaya han dejado el BBV para nutrir a los competidores de la entidad

Miguel Ángel Noceda

Desde que se supo que Ángel Corcóstegui iba a dejar el Banco Bilbao Vizcaya (BBV) para incorporarse al Banco Central Hispano (BCH), en el sector financiero ha comenzado a correr un malintencionado chascarrillo: "¿Sabes que el BBV ahora se llama VBB?" "¿Y eso?" "Es que ahora es el Viejo Banco Bilbao". La maldad no deja de tener su punto de realidad. Seis años después de la fusión entre los antiguos bancos Bilbao y Vizcaya en el BBV, los directivos del Vizcaya brillan por su ausencia y, para colmo, han nutrido a los principales competidores.El abandono de la nave BBV era un proceso lógico. "La fusión planteaba que dos y hasta, tres personas de una gran calidad podían ocupar un mismo puesto que al final solamente sería para uno", reconocen fuentes del banco. La cuestión era cuál de los dos bancos que se fusionaban perdería a sus miembros. Y fueron los del Vizcaya, que además eran menos numerosos, los que acabaron marchándose. "Se daban cuenta que perdían la batalla, si se puede llamar así, o que iban a perderla y por eso se marchaban a otras entidades; pero no es que los más listos se quedaran y los menos listos se fueran o al revés", prosiguen esas fuentes.

Los hombres del V comenzaron a intuir que perderían la batalla a los pocos meses de la fusión que los consejos de administración de los bancos firmaron el 27 de enero de 1988 con gran pomposidad. Además, los hombres del B, que salían de la fracasada adquisición de Banesto, mostraban más ímpetu. El buen entendimiento de José Ángel Sánchez Asiaín, presidente del Bilbao, con Pedro Toledo, presidente del Vizcaya, allanó el camino; pero lo que, tal vez, nunca pensaron es que la integración iba a suponer un proceso de fagocitación de uno por otro. Un proceso que, desde la presidencia compartida, vieron formarse y crecer, pero que no pudieron evitar. Pedro Toledo murió el 12 de diciembre de 1989 y Sánchez Asiaín decició dejar el cargo, que recaería, tras fuertes luchas internas entre las dos partes, en Emilio Ybarra, vicepresidente del BBV y ex vicepresidente del Bilbao. El ex Vizcaya Alfredo Sáenz, que optó a la presidencia, quedó de vicepresidente junto a Javier Gúrpide, otro ex Bilbao.

Las espadas llegaron al consejo, formado, principalmente, por representantes de las más ricas y sonoras familias de Neguri. La muerte de Toledo y la elección de nuevo presidente, que duró cerca de dos meses, provocó tantos quebraderos que el Gobierno decidió intervenir. De la mano del Banco de España llegaron al consejo cinco hombres buenos (Manuel Clavero Arévalo, José Lladó, Plácido Arango, Juan Entrecanales y Juan Urrutia) con la intención de sembrar la paz y de asegurar la fusión.

La desaparición de Toledo pudo haber supuesto el fin del BBV, pero ya se había avanzado mucho en la fusión y no cabía la marcha atrás. El principio del éxodo, no obstante, había comenzado un año antes con la marcha de Francisco Luzón a la presidencia del Banco Exterior el 30 de noviembre de 1988. Luzón, que dos meses antes había sido ratificado en el cargo de consejero director general del BBV, que tenía en el BIV cuando se completó la organización del nuevo banco, aceptó una oferta del ministro de Economía, Carlos Solchaga (ex Vizcaya), para organizar una gran banca pública, la actual Argentaria.

El embrión de Argentaria no contaba apenas con equipo para hacer lo que Solchaga quería y Luzón tiró de su gente de confianza en el BBV. En muy pocos meses se llevó al. grupo público alrededor de 35 directivos de mayor o menor rango en el BBV todos procedentes del antiguo Vizcaya, la mitad del total de ejecutivos que se han incorporado.

Desde entonces -"el gran trasvase", como dicen en el BBV- no se produjeron grandes acontecimientos de ese tipo, mientras el banco cubría sus etapas de fusión y tomaba el músculo para ser hoy una entidad con hechura internacional y presencia consolidada en la industria. Eso no ha impedido que siempre haya habido un poso de vencedores y vencidos y que los del antiguo Vizcaya encajaran mal que. cayeran sobre Toledo, todas las culpas del caso Filesa de financiación a partidos.

La aparente calma que, se vivía en el BBV acabó con la crisis de Banesto. Ybarra recibió del gobernador del Banco de España la petición de ejecutivos para solucionar la situación de Banesto mientras se encontraba una salida. El presidente del BBV cedió a 16 ejecutivos. Los 16 eran ex Vizcaya, empezando por el que iba a ser presidente de Banesto, Sáenz. Emilio Botín, presidente del Santander, que también recibió la llamada del gobernador, sólo prestó a un ejecutivo.

Evidentemente, el alto número de directivos que dejaba el BBV para enderezar Banesto dejaba al descubierto no sólo que el banco vasco estaba interesado en quedarse con éste, sino que en el BBV había exceso de recursos humanos. Comprar Banesto habría sido. la mejor solución. El problema es que el BBV perdió la subasta por Banesto ante el Santander y que los directivos tendrían que volver a casa.

Pero sólo fue en teoría, ya que el astuto Botín le ofreció a Sáenz y a todos los directivos seguir en Banesto. La oferta y su aceptación por Sáenz provocó un gran crisis interna en el BBV, que se planteó pedir la anulación de la venta de Banesto al Santander por defecto de forma. Cuestión que habría tenido todas las de ganar, según expertos jurídicos, pero que frenó fulminantemente, Rojo. Ybarra también podría haber exigido cumplir a Sáenz el estatuto del consejero del BBV, que impide ocupar cargo en otra entidad durante dos años. El hecho es que, a regañadientes o como fuera, Ybarra tuvo que aceptar la marcha de 11 directivos al principal competidor.

Cuando el escalofrío de Banesto ya parecía pasado, Ángel Corcóstegui, consejero director general del BBV, se va al BCH, otro de los principales competidores. Corcóstegui era el tercer delfín de Pedro Toledo junto a Luzón y Sáenz. Se había incorporado al Vizcaya en 1987, poco antes de la fusión. Cuentan que, después de firmarse el pacto entre Toledo y Asiaín, el primero mantuvo un largo paseo con Corcóstegui. Toledo explicaba todas sus ideas para un gran banco y Corcóstegui tomaba notas. Toledo apenas tuvo tiempo de llevar las ideas a la práctica.

Ahora los tres delfines de Toledo están en los otros tres grandes grupos bancarios. Tras la marcha de Corcóstegui, apenas quedan altos cargos del antiguo V. El presidente, el único vicepresidente (Gúrpide), el único consejero director general (Pedro Luis Uriarte), son B. También Sáenz de Azcúnaga, ex Vizcaya y uno de los que estuvo en Banesto en, comisión de servicios, ha dejado el banco -sigue de consejero- tras pedir la jubilación anticipada a los 57 años. De los 10 miembros de la comisión delegada, sólo Santiago Bergareche es V. Y es que en estos casos "el equipo que se queda es el que gana la batalla", como dice un antiguo B.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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