Farmacéuticos en guardia
Miles de licenciados confían en la libre competencia para abrir una farmacia
Hoy se casa Pascual Vargas en Granada. Tiene ya 31 años. No podía dar un nuevo plantón a su novia, cansada de apretarle para dar este paso. Su resistencia está justificada. Desde que terminó la carrera de Farmacia hace tres años no ha podido encontrar trabajo. Sus intentos por abrir una oficina para: dispensar medica mentos han resultado vanos.Su última tentativa fue en Genes de la Vega, un barrio de la periferia de la capital granadina, donde residen alrededor de 900 personas. No reunía al cien por cien los requisitos que el colegio de farmacéuticos exige para autorizar el establecimiento, pero Pascual probó suerte. Cumplimentó los documentos que el colegio demanda para estos menesteres y los presentó con la modesta intención de labrarse el porvenir. Pasaba el, tiempo y Vargas no recibía ninguna comunicación del colegio. Al cabo de tres o cuatro meses, volvió a visitar el barrio y se llevó una sorpresa mayúscula: se había establecido una farmacia donde él la había solicitado. Pidió explicaciones al colegio, pero éste es el día en que aún no ha recibido respuesta. Probablemente, ni la reciba su primer hijo.
Manuel Pascual, compañero y paisano de Vargas, como otros 20.000 colegas repartidos por el país, se encuentra en una situación similar; una situación kafkiana, rayana en el feudalismo, donde las relaciones profesionales y el mercado laboral se regulan mediante procedimientos censitarios y vínculos familiares y colegiales.
Él ya está casado. Va por los 42 años y tiene dos niñas, una de dos y otra de cinco años. Su trayectoria arranca de una familia de jornaleros en Zafarralla, Granada. Ha trabajado de peón y como cartero en la Bundespost alemana para costearse sus estudios de Farmacia. Al acabar la carrera echó una ojeada por las farmacias disponibles en cualquier punto del país. Se quedó de una pieza. Le pedían entre 100 o 125 millones de pesetas, a pagar la mitad en el acto y el resto en tres años. "Una buena parte de la cantidad inicial me la pedían en dinero negro", recuerda. En ningún caso podría reunir ese dinero, ni negro ni legal *
Pascual aprovechó sus conocimientos infantiles del campo y su experiencia profesional para recopilar hierbas medicinales. Ha llegado a reunir 316 variedades diferentes. En un local alquilado por 65.000 pesetas mensuales las ha ordenado para su venta al público bajo el rótulo: Manuel Pascual, Medicina Natural. Herbolario Farmacéutico. Su sueño sería montar una farmacia contigua al herbolario para dedicarse a las dos cosas que más le gustan en la vida: las plantas y las medicinas. De momento aguanta con las 3.000 pesetas diarias que saca en limpio y el suelo de maestra de su mujer. Pero no renuncia a que un día pueda cumplir su sueño.
Junto a Pascual Vargas, Francisco Crespo y un centenar más de colegas repartidos por toda España han fundado la Asociación Para la Libre Apertura de Oficinas de. Farmacia en España (ALAOFE, 958/ 13 56 54). El nombre resume el objetivo de la asociación: erradicar el actual sistema de licencias, que es preconstitucional y contraviene los principios de la libre competencia, como ha advertido el Tribunal de Defensa de la Competencia.
El sistema vigente permite la instalación de una nueva farmacia en zonas donde haya más de 4.000 residentes y siempre que se encuentre a más de 250 metros de la más próxima. Se otorga licencia también cuando se produce un incremento de población de 5.000 personas o un núcleo de, población de 2.000 habitantes se encuentre separado por un accidente geográfico importante y cuando se producen agregaciones de poblaciones que sumadas superen los 6.000 habitantes.
Si se dan estas condiciones, el farmacéutico debe solicitarlo ante el colegio de su zona, quien exhibe públicamente la petición durante quince días, por. si existe algún ' otro compañero interesado con derechos prioritarios. Transcurridos lo! quince días, el. colegio se toma tres meses para resolver. "Si el proceso fuera ransparente... ", dicen al unísono los fundadores de ALAOFE.
En la práctica, asegura Manuel Pascual, ocurre que los farmacéuticos poderosos adquieren farmacias y contratan privadamente a titulados para que presten su credencial por 80.000 pesetas al mes. Sucede también que las licencias de apertura se otorgan a farmacéuticos a punto de jubilarse por el sólo hecho de que su edad supone más mérito que la de un joven. Es frecuente, según ALAOFE, que muchos farmacéuticos con cargos o puestos en la Administración o la Universidad se reservan las licencias hasta que sus hijos acaban la carrera. Y no es menos cierto que cuando se solicita una apertura, pasa el tiempo y aparece abierta una farmacia con un titular diferente al que la pidió primero.
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