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El SPD estudia gobernar en Sajonia-Anhalt en coalición con los 'verdes'

El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) rechaza una gran coalición con los democristianos (CDU) en el Estado federado de Sajonia-Anhalt y se inclina por formar un gobierno minoritario con Los Verdes. La decisión del SPD de formar en Sajonia-Anhalt un gobierno sin mayoría parlamentaria, que de hecho funcionaría gracias a la tolerancia de los ex comunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS), ha sacado a relucir en Alemania el fantasma del frente popular.El auge de los ex comunistas del PDS amenaza con alterar el panorama político nacional. Con el casi 20% de votos conseguido el pasado domingo en Sajonia-Anhalt y 21 diputados, de un total de 99, el PDS adquiere un cierto papel de partido bisagra. Vergonzante eso sí, porque el SPD ha expresado que no negociará en ningún caso con los ex comunistas y la CDU ha comenzado ya a exorcizarles.

Esta postura del SPD resulta un tanto hipócrita. Una coalición verdiroja con los ecologistas no dispone de mayoría en el Parlamento regional. Los 36 diputados del SPD y los cinco verdes no llegan a la mitad de los 99 escaños y están condenados a gobernar con la tolerancia del PDS, que ya se mostró dispuesto a ello con tal de impedir un nuevo gobierno de la CDU.

Difícil digestión

Políticos de la CDU ya han comenzado a rasgarse las vestiduras y han sacado a relucir el apolillado fantasma del Frente Popular, sin que falten las obligadas referencias a. los tiempos de la República de Weimar. Para los partidos del sistema, el PDS empieza a convertirse en un sapo de digestión más difícil que los ecopacisfistas en la década de los 80. El auge del PDS, al que acusan de continuador de la vituperada dictadura comunista en la antigua República Democrática Alemana, no encaja en los paisajes florecientes que el canciller federal Helmut Kohl se empeña en pintar. El PDS es un fenómeno político sintomático de un porcentaje importante de desencanto y malestar.Se trata de un fenómeno similar al de otros países del antiguo socialismo real, del que los alemanes se creían vacunados para siempre. No ha sido así, como lo demuestra la creciente votación y repetidos éxitos electorales del PDS. Hasta ahora, este partido se encuentra en la cómoda situación de poder capitalizar el descontento sin mayores problemas.

Cualquiera de las opciones de los grandes partidos le favorece. Si forman una gran coalición, el PDS se beneficiaría del monopolio de la oposición. Si lo admiten como socio vergonzante, el PDS adquiere peso político, a pesar de las descalificaciones permanentes y de la hipocresía política de aceptar su apoyo, pero sin negociar de forma abierta con ellos.

A los partidos que gobiernan en Bonn les va también a resultar difícil justificar cómo aceptaron al nuevo Gobierno italiano, con ministros neofascistas, como expresión de la voluntad popular y al mismo tiempo se niegan a reconocer como interlocutores válidos a quienes una buena parte del electorado de Alemania oriental considera como sus legítimos representantes.

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