El fin de Rocard
ESTABAN ESPERANDO la primera ocasión para derribarle, y la han aprovechado: los demás dirigentes del Partido Socialista francés (PS) han forzado la dimisión de Rocard tras su rotundo fracaso en las elecciones europeas. Maestro de obras en la conjura ha sido Mitterrand, que maneja muchos hilos desde el Elíseo y que nunca ha perdonado a Rocard su espíritu crítico, sus querencias renovadoras, su tendencia a salirse de los esquemas tradicionales que tanto pesan en el PS. Rocard siempre había sido el enfant terrible de los socialistas franceses; unas veces dentro del partido, otras en sus aledaños. Después del tremendo fracaso sufrido en las elecciones que dieron la victoria a la derecha y a Balladur, el PS, hundido en el pesimismo, buscó la salvación poniendo a Rocard a la cabeza del partido. Pero éste había anunciado un proyecto muy ambicioso, el big bang, o sea, crear una fuerza de izquierda que superase a un partido anquilosado que por su estructura tradicional provocaba el rechazo de muchos sectores, sobre todo los jóvenes.El gran error de Rocard fue aceptar ser el primer secretario del PS. Ello le cortó las alas de los proyectos renovadores que había anunciado, y le situó en una estructura en que sus enemigos eran numerosos y fuertes. Tuvo un éxito relativo en las elecciones municipales, y ello le hizo abrigar la ilusión de que, presentándose para las europeas, podría repetir el triunfo. Fue su segundo gran error. El fracaso en las europeas fue el toque a rebato para que sus adversarios decidiesen eliminarle. En la coalición que le ha derrotado hay de todo, izquierdistas, fabiusianos, jospinistas, y en primer lugar, claro está, los mitterrandistas.
Su sustituto, Emnanuelli, un hombre del aparato, antiguo tesorero del partido (lo que le causó problemas graves con la justicia), es de tendencia más bien izquierdista. Pero sólo está en la secretaría para un intermedio, probablemente hasta el congreso convocado para el próximo otoño. El PS atraviesa uno de sus peores momentos: a su gran pérdida de votos se agrega su división en corrientes, cada una de las cuales funciona por su cuenta. Precisamente una de las propuestas presentada por Rocard antes de ser derrotado fue la disolución de las corrientes. Pero éstas han sido las más fuertes.
Si ahora la izquierda encuentra una vía de recuperación no será dentro del Partido Socialista. La única personalidad capaz de amenazar la victoria de la derecha en la elección presidencial de 1995 es Jacques Delors, que termina este año su presidencia de la Unión Europea. Sería un candidato acogido con favor por la masa socialista y por otros sectores progresistas. Si decide hacer acto de candidatura (Mitterrand siempre le ha preferido como candidato), tendrá serias posibilidades. Es curioso que, en Italia y en Francia, los dos partidos de izquierda más fuertes, el PDI y el PS,. atraviesen a la vez una grave crisis de dirección. Y si en Italia muchos piden que se interese a toda la izquierda en la sustitución de Occhetto, Delors aparece en Francia como la mejor solución para una recuperación socialista.
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