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Fin del viaje

Viajes Meliá tramita el despido de sus últimos 84 trabajadores

Javier Sampedro

"Mire", le aseguró José Meliá a un periodista en 1976, "Meliá no puede quebrar. Una de nuestras empresas puede ir mal, pero siempre hay otra que marcha viento en popa". Viajes Meliá, una de esas empresas, ha ido mal, y ya no hay nadie que pueda venir en su ayuda. Con 10.000 millones de pesetas de pérdidas acumuladas desde 1988, y una plantilla reducida a 84 empleados, la que fuera la primera agencia española de viajes ha llegado al final de su trayecto empresarial. Mientras tramita el expediente de regulación, la dirección ha propuesto a su plantilla que se tome unas vacaciones remuneradas.En sólo unos meses, Viajes Meliá ha sufrido dos regulaciones de empleo que han reducido su plantilla en 340 trabajadores. Los 84 empleados que quedan no se pueden considerar afortunados: sólo han cobrado dos nóminas desde septiembre de 1992. La empresa les adeuda 22 pagas.

Todo lo que queda por hacer en Viajes Meliá es decidir qué cerrojo echar en la puerta. "Los trabajadores y la dirección no han llegado a un acuerdo de regulación", dice Juan Carlos de Diego, presidente del comité intercentros de la empresa y uno de sus 84 empleados. Según De Diego, la dirección plantea un expediente de regulación "por causas económicas", mientras que los trabajadores creen que se trata de un "cese de actividad comercial".

Sea como fuere, los empleados saben que tendrán dificultades para cobrar lo que se les debe. "La situación es tan grave", comenta De Diego, "que lo único que hemos podido sacar, de momento, son 104.000 acciones de Renta Inmobiliaria que habíamos valorado inicialmente en 135 millones de pesetas". La mejor oferta que han recibido por las acciones, sin embargo, es de 104 millones y, en cualquier caso, supone sólo una pequeña parte de las nóminas adeudadas.

Viajes Meliá llega así al final de un trayecto que empezó cuesta arriba y ha acabado en curvas peligrosas. Con unas cuantas ambulancias del ejército apañadas como vehículos de pasajeros, José Meliá fundó en 1947 la que llegaría a ser, en los años cincuenta y sesenta, la primera empresa de viajes de España. Los problemas llegaron en los setenta y Meliá vendió su empresa a la familia Coca. Viajes Meliá pasó a pertenecer a Banesto cuando este banco absorbió el de los Coca. En 1986, Banesto se la vendió a los financieros italianos Giancarlo Parretti y Florio Fiorini. Con ellos llegó el escándalo.

Parretti y Fiorini estaban, aparentemente, menos interesados en el negocio de los viajes que en la aventura del cine. En 1990 compraron la productora Metro Goldwyn Mayer. Para pagarla, el dúo italiano tuvo que pedir un crédito a la entidad francesa Crédit Lyonnais, y puso Viajes Meliá como aval.

Ante las dificultades de Parretti y Fiorini para devolver el crédito, el banco francés decidió ejecutar su derecho sobre las acciones de Viajes Meliá. Por entonces, los dos italianos aparecían con más frecuencia en las columnas de información judicial que en las páginas de economía.

Fiorini, que contaba con el apoyo de Crédit Lyonnais, recurrió a los tribunales para arrebatar a Parretti el control de Viajes Meliá. En 1991, Parretti y Fiorini comparecieron ante la Audiencia Nacional de Madrid para responder de acusaciones de evasión de capital y estafa. Las pérdidas de 2.700 millones declaradas por Parretti para el ejercicio de 1990 resultaron, según la auditoría de Peat Marwick, ser del doble de esa cifra. Las compañías aéreas retiraron a Meliá la emisión de billetes.

En 1992, Viajes Meliá presentó expediente de suspensión de pagos, con un pasivo que superaba los 9.000 millones. La sociedad de Fiorini, que controlaba la agencia de viajes junto con Crédit Lyonnais, quebró. Fiorini acabó en la cárcel.

La empresa norteamericana Global Marketing, vinculada a cubanos exiliados en Miami y cuyo representante en España es Augusto Menéndez, compró Viajes Meliá en abril de 1993. Fiorini realizó la transacción desde la cárcel. Global ha buscado socios desde entonces, con escaso éxito. La sociedad de capital riesgo Euroventures Suiza adquirió en 1993 un pequeño porcentaje. La firma venezolana Carmón se hizo cargo, hace unos meses, de la gestión de las 40 oficinas rentables de la agencia. El resto -las no rentables- permanecen con Global.

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