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Entrevista:

"Creer en los niños prodigio es una tontería como un piano"

No poda rosales, jamás empuña un cuchillo, ni siquiera en la cocina, no practica el bricolaje ("soy un manazas") pero quienes le han visto al piano, además de elogiar lo que han oído, aseguran que Miguel Balsega hace acrobacias con los dedos. Nacido en Luxemburgo en 1966, comenzó a tocar a los seis años, pero no cree en los niños prodigio. Es más, piensa que fomentar la superioridad a tan temprana edad es una barbaridad inadmisible. Hijo de diplomáticos,con apenas 14 años alquiló un piso en Bruselas y vivió solito las duras y las maduras. Alabado por muchos prohombres de la música, la palabra maestro siempre le evoca al suyo, Eduardo de El Pueyo, "un aragonés parco en palabras que sabía enseñar".

Pregunta. ¿Es cierto que el mundo es grande y España muy pequeña

Respuesta. Nunca he dicho que no pudiera estudiar aquí, pero las circunstancias me hicieron quedarme en Bruselas. Por aquel entonces, las posibilidades de obtener aquí una beca eran escasísimas.

P. Toca desde los seis años, pero no fue un niño prodigio.

R. atea esa palabra. De El Pueyo, mi profesor, decía que en 30 años de docencia jamás se topó con uno, pero sí con muchos padres de niños prodigio. Empecé pronto por tradición familiar, pero siempre fui un niño-niño. Mi madre me tenía que apretar para sentarme al piano.

P. ¿Y cómo se vive solo a los 14 años?

R. Mi madre puso un cartel en la pared diciendo: "No te dé pereza cocinar", y una lista de menús para la semana. Los sábados tocaba bocadillo, y era el único día que comía bien.

P. ¿Cuándo se deja de ser una joven promesa?R. Supongo que es cuestión de edad, ¿no? Pero es algo que no depende de uno mismo, sino de los demás. Como dicen los americanos, hay que estar en el momento justo en el lugar preciso, pero la mentalidad de figura, con todos mis respetos, queda para los toreros. Nadie se juega la vida en un concierto.

P. Se juega el prestigio, la carrera.

R. Son las reglas, subes a un escenario para que te aplaudan o para que te pongan verde.

P. Qué racional. ¿Nunca se pone nervioso?

R. Supongo que sí, pero son nervios constructivos. Alfredo Krauss decía que si se emocionaba no podía cantar.

P. ¿Le gusta el Auditorio de Madrid?

R. En temas de gestión me abstengo de opinar, en cuanto a espacio y acústica creo que está muy bien.

P. ¿Hay silencio en Madrid para practicar el piano?

R. La verdad es que vivo fuera, en Colmenarejo. En el centro no sé si podría. La primera vez que vine a Madrid, un atasco a las tres de la madrugada me parecía fascinante.

P. ¿Se relaja tocando?

R. No; si eres un profesional, no. Sólo toco cuando ensayo, cuando repaso piezas de mi repertorio, cuando preparo un concierto. Luego no pongo ni la radio, sólo busco el silencio. No me gusta nada oír tocar en los bares.

P. ¿Cuida mucho sus dedos?

R. Hay cosas que no hago jamás para evitar accidentes, pero tampoco es para tanto. El piano no se toca con los dedos, se toca con la cabeza, y además, los pianistas tenemos unas manos feísimas.Miguel Balsega. Hoy a las 19.30 dentro de los Ciclos Musicales de la Comunidad de Madrid, en el Auditorio Nacional.

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