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Akihito 'paga la factura' de Pearl Harbour

Los veteranos de guerra norteamericanos reciben con protestas al emperador de Japón

Antonio Caño

La visita a Estados Unidos del emperador Akihito de Japón, que pretendía ser una gira turística y una oportunidad para el fortalecimiento de una difícil alianza, ha terminado despertando los viejos fantasmas de odio y dolor que el imperio nipón sembrara en este país y en el mundo en otras épocas de grandeza, así como alentando las profundas suspicacias que el nuevo poder japonés provoca. Emigrantes chinos, coreanos y veteranos de guerra norteamericanos se unieron frente a la Casa Blanca en su misión de protestar por la presencia de Akihito y de la emperatriz Michiko en esta ciudad, donde hoy acudirán a una cena oficial que les ofrecen el presidente Bill Clinton y su esposa, Hillary.El viaje de Akihito, el primero de un emperador japonés a Estados Unidos en más de dos décadas, se ha convertido en el mejor ejemplo imaginable de la relación de amor y odio que ambos países mantienen. Por un lado, Bill Clinton ha querido resaltar la importancia del evento convirtiéndolo en la primera visita de Estado de su Administración. Por primera vez desde que Clinton es presidente, la avenida de Pensilvania se ha visto adornada con banderas extranjeras. Washington busca una solución de las disputas comerciales con Tokio, está necesitado del respaldo nipón en su conflicto con Corea del Norte y precisa de la alianza japonesa en toda su estrategia asiática.

Al margen de todo esto, está la América real. La América que recuerda el bombardeo de Pearl Harbour y los horrores del imperialismo japonés. Akihito había previsto inicialmente una visita al monumento que rinde homenaje a los caídos en aquella célebre acción militar de 1942, pero las presiones -tanto en Japón como en Estados Unidos- le han obligado finalmente a conformarse con un recorrido por Hawai.

Akihito ha tratado de ser sensible al malestar que el poderío económico japonés despierta en la sociedad norteamericana. Como detalle, el emperador ha empleado un Cadillac para sus recorridos por Atlanta y Charleston. Akihito ha querido ser sensible también a los símbolos norteamericanos, y para ello visitó en la capital de Georgia el centro Martin Luther King, donde fue insultado por un visitante negro.

Por cada sitio por el que se ha desplazado el emperador ha encontrado letreros que le exigen pedir perdón a la población china por los crímenes cometidos por Japón durante la invasión de ese país y a las mujeres coreanas utilizadas como esclavas sexuales de las tropas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial. Sólo un par de momentos de descanso ha encontrado la familia real nipona hasta el momento: el recorrido por el escenario de Lo que el viento se llevó -donde Michiko recordó a su admirada Scarlett O'Hara- y una gala nocturna en el Kennedy Center.

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