_
_
_
_
Reportaje:

Camas redondas

Aventuras cruzadas Cuatro locales de Madrid ofrecen intercambio libre de parejas

ELSA F.-SANTOS JOSEBA ELOLA Son ambientes de luz tenue donde las canciones de José Luis Perales y El Puma suenan como música de fondo de un video de porno duro. Los clientes -"el 90% matrimonios por la Iglesia"- acuden a los locales de intercambio de parejas (en Madrid hay cuatro) en busca de camas redondas o sesiones de voyeurismo onanista. "Aquí no hay ni reprimidos ni guarros. Somos todos muy sinceros, naturales y liberales", señala un veterano de estos ambientes que se pusieron de moda en la época del destape y que ahora resucitan en varias capitales. El sociólogo Enrique Gil Calvo lo describe como una de las paradojas de la modernidad: "Pensar que el matrimonio que adultera unido permanece unido es rizar el rizo".

"Si esto lo hago yo, lo puede hacer cualquiera"; afirma una mujer casada que ronda los cuarenta. "Yo me inicié con mi marido hace nueve años. Al principio, me temblaban las piernas y no era capaz de hacer nada. Pensaba que no me quería, que se había aburrido de mí... Pero ahora sé que esto es lo más natural. Somos parejas liberadas".

"Para nosotros", continúa otra pareja que frecuenta este tipo de locales desde hace 12 años, "venir aquí es un acto de amor". "Sólo una pareja que se quiere mucho y que está muy unida puede llegar a este grado de complicidad", explica el marido, mientras la mujer -una rubia atractiva- añade: "Yo es que me río mucho. Para mí es más sana la gente que viene aquí que la gente que pone cuernos continuamente a su pareja y la tiene engañada".

En Madrid son cuatro los locales de intercambio de parejas. París tiene 74. Barcelona, con nueve, es la ciudad pionera en España en estos ambientes. De los cuatro madrileños, tres son de reciente apertura. Este tipo de establecimientos (que tiene su vía de comunicación a través de la revista Gente Libre) necesita cumplimentar diversos papeleos para llevar a cabo su actividad. Hace 15 días se inauguraba un nuevo local de intercambio en Madrid: Equus. Duró una noche. No tenía los papeles en regla.

Un cartel con la frase Círculo Privado es la seña de identidad. de estos espacios. La mayoría están más o menos equipados para lo que ellos llaman "sexo libre". Hay habitaciones con colchones, almohadones de raso, espejos y vídeos. Los más higiénicos tienen toallas, kleenex, condones y papeleras. Y los más modernos, yakuzzi. Todos organizan sorteos semanales de ropa interior -los ganadores se la tienen que poner en directo- y de viajes para conocer otros locales de intercambio de España. "A mí me tocó un viaje a Torremolinos. Para una vez que me toca algo, no se lo pude contar a nadie", exclama una mujer morena, muy maquillada y recargada de bisutería. Su marido, moreno y con barba, la mira de reojo y sonríe. "Él se lo hizo con una pareja, pero yo pasé. Fue rapidísimo: me fui un momento al baño y cuando volví ya habían terminado los tres".

Los locales de intercambio tienen sus propias reglas del juego. "Acepta el no" es una premisa común. "Venir aquí no presupone la obligación de realizar intercambios. Si vemos a aIguien agobiar a una pareja le echamos. Nunca se debe insistir", declara la dueña de uno de los locales madrileños. "Es normal que una pareja de veinteañeros no quiera irse con una de ancianos", afirma un veterano de estos ambientes.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El local Encuentros recurre a las canciones de amor para crear ambiente. "¿Y quién es él?", se escucha. La música de José Luis Perales da pie a un cliente -camisa verde de raso, corbata de flores y gafas- que busca los favores de una pareja ateniéndose a las reglas del juego: "¿Quieres bailar?", le pregunta a ella. Es la contraseña, el paso para iniciar cualquier contacto. Si ella acepta, los tres acabarán en una de las habitaciones de luz roja.

La demanda de este tipo de servicios es creciente. Un jueves por la noche, los coches apenas pueden llegar a la puerta de Acuarela, el garito decano de Madrid. Las dobles filas impiden el paso a este local en el que una mujer madura, embutida en un traje rojo chillón y embadurnada de carmín y colorete, recibe a su particular clientela.

"Nosotros no queremos camioneros ni fulanas", dice la dueña de Encuentros, otro local. Esta empresaria "del sexo libre" recibe a sus clientes con un sobrio traje de chaqueta negro e insiste en que su local es el más higiénico de Madrid. "Desinfectamos tres veces al año y estamos preparando un yacuzzi en el que caben hasta nueve personas", dice.

En la mayoría de los casos son los hombres los que inician a sus mujeres en este tipo de prácticas sexuales. Y, según afirman, el que lo prueba no lo deja. Muchas parejas simplemente utilizan los locales para reclutar a unos compañeros que llevarse a casa. Y aunque la mayoría de los clientes ronden los cuarenta, muchos jóvenes utilizan este tipo de locales como picadero: por 5.000 pesetas de entrada tienen derecho a cuatro copas y pueden utilizar un colchón.

La selección de la clientela es una de las mayores preocupaciones. Lo habitual es que una cámara situada en la puerta de los locales permita a sus propietarios elegir a los clientes. "Hay veces que viene gente muy mal vestida o muy puestos [drogados]. No abrimos la puerta y se van", afirma la dueña de uno de los locales.

Para el sociólogo Enrique Gil Calvo, la clientela habitual de estos locales se corresponde con "nuevos ricos y horteras; o, al menos, ése era el prototipo en los años setenta, cuando se pusieron de moda estos lugares".

Situaciones rocambolescas

"Nosotros intentamos conocer a la pareja que se presenta en el local", dice la dueña de Trama. "El 90% de la gente que viene son matrimonios por la Iglesia, con hijos. El resto son novios estables. Se trata de parejas que quieren romper fantasmas. No queremos que vengan hombres acompañados de una fulana", explica el propietario de otro local situado en Alicante.

Aunque a veces se producen situaciones rocambolescas. Es el caso de un cliente que siempre acudía acompañado de su esposa. Una noche, la pareja se encontró con una sorpresa: por la puerta vieron entrar a la auténtica esposa con su amante. Aquella noche también hubo intercambio. Pero no de parejas.

La pista de baile es el centro estratégico de estos locales. Allí es donde se gestan los futuros contactos y donde se suceden cada noche escenas como ésta: el hombre de la pareja A le acaricia las nalgas a la mujer de la pareja B. La mujer de la pareja A ve cómo el hombre de la pareja B le acerca la mano a la entrepierna. A pesar de la aparente intimidad, no ha habido conexión -el Por ella de Julio Iglesias no ayuda- y la relacion se frustra. Los cuatro vuelven cabizbajos a la barra. Habrá que buscarse otros compañeros.Sin embargo, si la cosa cuaja se dirigen, poco después, a una habitación de luz roja. También cuentan que en algunos casos de incontinencia la pista de baile se convierte en la cama ideal.

Dentro de las habitaciones, los tríos, quintetos, o lo que se presente, se toman una copa, una vez realizada su fantasía. Charlan un poco -el tiempo y la política son temas socorridos-, se visten y, cuando abandonan el cubículo, la encargada, sin remilgos, rocía la habitación con un ambientador. Huele a pino.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_