El Giro se perdió en marzo", afirma Echávarri
Queda aún una etapa de montaña pero la confirmación parece haber llegado hasta el Banesto: Induráin no ganará su tercer Giro a menos que un milagro se cuele en la carrera. "Lo intentaré, a ver si suena la flauta", dice un Induráin sereno que no ha cambiado su discurso en toda la carrera. "Claro que no me conformo con quedar tercero; yo también querría la maglia rosa o, ganar una etapa". Y como quien no quiere la osa, va y suelta lo mismo que dijo cuando comenzó el Giro y nadie quería hacerle caso: "No he venido en perfectas condiciones". Y luego no ha sido el Giro más fácil, precisamente, de los que ha disputado. "Además, me he encontrado con muchos enemigos en gran forma. Primero fueron Bugno y De las Cuevas, y luego Berzin y Pantani". Y más inris: "Al venir mal de forma fallé en dos de los días decisivos, en la contrarreloj que me iba bien y en el día del Mortirolo. Y si en una carrera de 22 días fallas en dos, es imposible recuperar".
No podía hacer lo que se le pedía, era imposible. No pudo remontar. Y no por ello pierde su grandeza -es el único de los de la generación del 64 que ha aguantado arriba en la ronda italiana- ni su posibilidad de conseguir su gran objetivo de todas las temporadas: el Tour. "El Giro se perdió en marzo", explica el director de Banesto, José Miguel Echávarri. "Ni en Follónica ni en Aprica. Se perdió en los meses fundamentales para la preparación de Induráin. En los días de alergia que le obligaron a retirarse en Francia. A los días de lluvia y frío que le produjeron la lesión en la rodilla y que le impidieron competir y coger la forma".
El perfume
Echávarri deja escapar que quizás este Giro patinado -"como a Gimondi en la edición de 1965, cuando ganó el Tour después"- le permita ganar el Tour, una carrera en la que se encontrará a los mejores con ese sólo objetivo, igual que en Italia.
"Además, Induráin tiene una grandísima ilusión con el récord de la hora, un objetivo a la altura de su historial". También ayer cobraban sentido las palabras que pronunció Echávarri el pasado mes de febrero: "El frasco de perfume se agota. Hay que empezar a dosificarlo mejor".
Si la previsible derrota no cambia el ritmo apacible en el Banesto, a Bugno le sucede todo lo contrario. Las pájaras no le sientan bien al italiano. "No hablo porque si lo hago me expongo a una querella", dijo. Cuando llegó ayer aterido a la meta y preguntaba que por qué no había un masajista de su equipo con una manta, alguien le dijo que a cinco metros tenía a Stanga, su mentor y manager del Polti. Y Bugno no se cortó. "Mándale a cagar, a Stanga y a su equipo", respondió el corredor italiano. "Me ha dejado tirado toda la etapa". El divorcio de Bugno con su escuadra parece inevitable y aún queda media temporada por delante. Su futuro está en el alero.
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