_
_
_
_
Tribuna:LA VUELTA DE LA ESQUINA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Renovarse o no conducir

Pasamos buena parte del tiempo pagando la vida a plazos, atenidos a vencimientos imprescriptibles. En épocas aún cercanas los mozos dependían de la cartilla militar, hasta la edad de "la absoluta"; las púberes iniciaban las tribulaciones mensuales, aunque, según la propaganda televisiva, aquello se haya convertido en un disfrute, con o sin alitas: la declaración de la renta, el empadronamiento periódico, las letras del piso, del chalé, del automóvil, sin olvidar la caducidad del DNI, el pasaporte comunitario y la renovación del permiso de conducir.Esta última servidumbre me ha llevado a las oficinas de la Jefatura Provincial de Tráfico, en Madrid. Planeé la visita como si se tratara de un safari, estudiando itinerarios, medios de comunicación y lecturas más apropiadas para el periplo. El metro pareció el más adecuado en primer lugar y un par de diarios, además de éste, con el que me desayuno. Once estaciones separan la mía vecina de la amplia avenida de Arturo Soria. Según la información acopiada, unas explícitas indicaciones llevan al punto de destino. Herméticamente soldada a la idiosincrasia española es la liberalidad con que se interprete la señalización de las carreteras, autopistas, vías urbanas o distribuciones administrativas. Muy deficiente en la valoración más benévola.

Ojo avizor llegué a distinguir un par de indicios hasta que, sobre el cristal de una garita, escrito con gruesos trazos y a mano, una flecha soportaba la palabra "Tráfico", quizá confeccionada por las y los expendedores de billetes, hartos de ser instructores verbales. A partir de allí y en una encrucijada de túneles era preciso dejarse llevar por la intuición.

Surgimos a la luz mañanera en la misma avenida. Que estábamos en la buena pista nos lo demostró un nativo, moreno y de aire espabilado, al abordarnos con la discreta cuestión: "¿Vas a renovar el carné?". Con un gesto veterano de suficiencia declinamos el envite con un escueto "no". Ir hasta aquellos remotos para mí lugares significaba, precisamente, ahorrar las cómodas, eficientes y onerosas gestoras. Con ademán resuelto enfilé a la soleada acera, sin atender el persistente siseo del obsequioso aborigen, hasta que volteamos la cabeza: "Si va usted a Tráfico es, precisamente, por este otro lado". Un antiguo rubor incendió nuestras mejillas mientras musitamos un "muchas gracias" abochornado.

Cincuenta metros en la acertada dirección conducían hasta una explanada, antecesora de los negociados. Precedimos la multiplicada oferta de varios samaritanos de ambos sexos que se brindaban en calidad de guías y procuradores de la gestión. Una enorme cola nos esperaba; imposible colarse, verbo reflexivo que no tiene buen acomodo en el diccionario (de la lengua española, por supuesto) y sin alternativa. Aquellos ciudadanos aguantaban a pie firme para comparecer, inexorablemente, ante los mostradores de información. Al cabo de 14 minutos comprendí la existencia y utilidad de los expertos pilotos o lazarillos, evidentes conocedores del territorio.

La mañana fue de temple benigno y me pregunté por el arbitrio en caso de lluvia, frío o sol inmisericorde. Llegado al lugar de la información me remitieron al primer piso, donde soporté una innecesaria espera que llevaba, directamente, hasta la matriculación de ciclomotores.

Rasgo curioso que los empleados permanecieran tras gruesos cristales antibalas (pura presunción) y que se dirigieran al visitante por medio de micrófonos y altavoces. Aquel guirigay parecía el locutorio del penal de Alcatraz, modernizado. No pude encontrarle explicación, pues las protestas e indignaciones del respetable apenas rebasaban lo normal en cualesquiera oficinas públicas. Quizá fuese un día de bonanza. También causaba extrañeza el imperioso mandato para que las filas mantuviesen una rectitud prusiana, cuando los propios concurrentes observaban y hacían observar las prioridades.

Tan inevitable como los impuestos y la muerte es el olvido de algún requisito insustituible. Fue mi caso referente al Documento de Identidad, trámite que podía subsanarse descendiendo otras escaleras y utilizando el self service reproductor, previa cola y monedas adecuadas, lo que provocaba nueva posible demora en búsqueda de cambio. Recuperado el puesto en el lugar idóneo me enviaron a una sala de espera donde, 15 o 20 minutos más tarde cantaban mi nombre y me entregaban el codiciado documento. Eficiencia había, sin duda. Por el tozudo privilegio de la edad estoy exento de tasas. Total: consumí media jornada en pos del permiso de conducción, categorías A1, A2 y BI, celebrando los 50 años de la obtención del primero.

¡Ah! No poseo automóvil desde hace varios años.Eugenio Suárez es escritor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_