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Felipe González acepta al candidato belga de Kohl para dirigir la Comisión Europea

Felipe González tenía un amigo, Ruud Lubbers, pero no dará la cara por él. Después de haber declarado en enero que el primer ministro holandés era su candidato a la presidencia de la Comisión Europea, el presidente del Gobierno español se dispone a recoger velas ante un canciller alemán, Helmut Kohl, resentido con la actitud de Lubbers durante la unificación alemana y partidario de que el belga Jean-Luc Dehaene herede en enero el cargo que ocupa Jacques Delors.

La sucesión de Delors será uno de los temas que debatirán hoy y mañana en Schwerin, en la ex Alemania Oriental, los jefes de Gobierno español y alemán acompañados por sus ministros de Exteriores, Defensa e Industria. La cita se desarrolla a menos de tres semanas de la cumbre europea de Corfú (Grecia), en cuyo orden del día figura la designación de un nuevo presidente para el órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE).En la Embajada de España en Bruselas, en enero, González sorprendió a la prensa decidiéndose por Lubbers cuando éste no era aún candidato y desde entonces Javier Solana no paró de explicar las simpatías que les inspiraba el holandés. El martes pasado, Kohl y el presidente francés, Francois Mitterrand, se pronunciaron, sin embargo, en Mulhouse a favor del primer ministro belga, que, paradójicamente, no es todavía candidato.

Dos días después, la tradicional sesión informativa en la que los colaboradores de González dieron cuenta a la prensa de los temas a tratar en la cumbre hispano-alemana fue un paradigma de ambigüedad.

Los medios de comunicación allí presentes sacaron, no obstante, la conclusión de que González ve con buenos ojos las aspiraciones, tanto de Lubbers como de Dehaene, y su hombre para el puesto no es ya sólo el primer ministro holandés. Sólo descarta al británico Brittan.

En claro, el presidente español está dispuesto a ceder ante el dúo Kohl-Mitterrand -la designación se hace por consenso de los Doce-, a cambio de obtener concesiones de una Alemania cuyos intereses estratégicos, orientados hacia el Este, divergen cada día un poco más de los de la Europa meridional.Desde principios de año la diplomacia española repetía que Bonn, París y Madrid, que presidirán la UE durante los próximos 18 meses, se coordinarían estrechamente. Pero en la cumbre de Mulhouse franceses y alemanes sólo hablaron de colaboración bilateral, sin mencionar a España. Ahora, en Schwerin, González quiere que se anuncie la creación de un grupo tripartito de altos funcionarios para llevar a cabo esa famosa coordinación.Otra compensación consistiría en que Kohl le confirme su apoyo al ex ministro socialista, Enrique Barón, para que desempeñe la secretaría general de la Unión de Europa Occidental. Para obtener el visto bueno de Londres a Dehaene, la diplomacia alemana le ha dejado entrever que le respaldará para colocar a Leon Brittan en la cúpula de la Organización Mundial de Comercio o a Nigel Lawson en la de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico.Seat y ampliación de la UE

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Ante las prisas de Kohl por ampliar la UE hacia el Este y los pasos en esa dirección que dará durante su presidencia, es probable que González intente también enfriar su entusiasmo recordándole el gran esfuerzo de solidaridad financiera que requerirían esos países por parte de sus socios más prósperos, como Alemania, si ingresan pronto en la Unión.

Aunque parezca paradójico, la situación de Seat apenas será abordada por los ministros de Industria, según fuentes españolas. No es una empresa propiedad del Estado alemán, que, en la práctica, se lava las manos sobre lo que pueda suceder con una sociedad española filial de Volkswagen en- la que el Estado de Baja Sajonia, en manos de los socialdemócratas, tiene una participación minoritaria.

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