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El AVE pequeñito del Mediterráneo

Sara Velert

SARA VELERT, "Es como el AVE, pero en pequeñito", y se arrastra "como un gusanito". Con estos diminutivos cariñosos y algunas exclamaciones de asombro recibieron los valencianos a finales del año pasado a sus primeros tranvías. Habían superado ya el escepticismo que acompañó en 1991 al proyecto de la Generalitat, gobernada por el PSOE.

Desde que se inauguró el servicio regular, el 21 de mayo, cerca de 8.000 viajeros diarios han respaldado este medio de transporte, que sustituye a lo largo de 10 kilómetros a su ruidoso antecesor, el trenet, un ferrocarril de vía estrecha que circulaba por la ciudad sobre la misma vía.

El tranvía de Valencia, primera ciudad española que lo ha recuperado tras un largo destierro del paisaje urbano, atraviesa desde el noroeste de la ciudad hasta el mar una zona en la viven 250.000 personas. Cada vagón puede transportar hasta 200 personas (el equivalente a tres autobuses urbanos). En otoño habrá ya 20, diseñados por Siemens y Duewag, y en parte fabricados por Gec Alsthom en la provincia de Valencia. Se mueven sobre una plataforma reservada y tienen prioridad en los cruces, de modo que pueden mantener una velocidad comercial alta.

La línea, construida por la unión temporal de empresas Comsa-Cobra-Etra, cuenta con 20 paradas a ambos lados, en las que el tranvía para cada siete minutos (en horas punta) desde las cinco de la mañana hasta las once de la noche.

La Generalitat valenciana ha invertido en el proyecto unos 15.000 millones de pesetas (incluidos vehículos, cocheras y talleres), y ha aprovechado la ocasión para iniciar la mejora del entorno urbano de los barrios por los que se desliza el tranvía.

En los despachos de la Dirección. General de Transportes ya se. estudia el trazado de otra línea más. Pero los conductores deberán acostumbrarse de momento a convivir con los que ya circulan. A los cuatro días de la inauguración, dos personas resultaron heridas de gravedad al embestir su coche uno de los tranvías tras saltarse un semáforo en rojo. Los tranviarios también pagaron la novatada: un día después uno de ellos no advirtió el cambio de agujas de los finos raíles, y descarriló con 20 pasajeros a bordo.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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