España gana y aburre en su ensayo en Finlandia
Los goles de Felipe y Salinas alivian un encuentro tosco ante un débil rival
España suspendió el primer parcial del Mundial de Estados Unidos. Incluso, una nota global engañosa. Inflada por el notable de Guardiola, de nuevo el más brillante de la clase de Clemente. Ante un rival muy débil, una colchoneta similar a Corea -primer adversario en el Mundial-, el seleccionador español hizo su envite más atrevido: Guardiola y Guerrero en el equipo titular. Con ellos sobre el campo, el juego español es más tibio y aseado. El recorrido del balón tiene más sentido. Sin ellos, el equipo se vuelve tosco, rudo. Ayer, Guardiola y Guerrero, matrimoniados con Felipe, trazaron durante los primeros veinte minutos lo mejor de España. Entonces llegaron los goles y dos claras ocasiones de Felipe y Salinas.La luz se apagó y, sobre un campo escarchado, los finlandeses poco a poco impusieron su poderío físico. España sólo vio correr el balón. Nunca lo atrapó. Y por ahí llegaron los problemas en defensa, con una fuga en la tubería más sólida: Jarvinen, un fontanero sin currículo, puso en entredicho a Ferrer. Zubizarreta titubeó con el balón a media altura. Tras el cuarto saque de banda largo que efectuaron los finlandeses se tragó un cabezazo de Jarvinen, que rizó el balón ante el despiste del vasco.
Incomprensiblemente, la selección se agazapó en medio campo propio, se quedó sin chispa. Imitó a los peloteros de enfrente. Asomaron Camarasa -lateral izquierdo-, Hierro -sobre la nuca de Guardiola y Goicoetxea -una lapa en la banda derecha del ataque- En los, peores momentos, con el balón circulando como una noria sobre el área, emergió Zubizarreta y esposó dos claros goles.
Tras el descanso resucitó la otra España, la que invade el corazón de Clemente. Guerrero se quedó en la ducha y le sustituyó Voro, el áspero central del Deportivo. La noche y el día. España modificó su defensa y al cuarteto del primer tiempo se sumó el nuevo invitado. Ferrer y Camarasa, en las bandas; Alkorta y Voro, de marcadores centrales, y Abelardo con la escoba del libre. Metidos en la trinchera, a Guardiola se le mojó el manual. Por momentos daba la impresión que el rival era un coco alemán o brasileño.
Pero era Finlandia, un aliado del tercer mundo futbolístico. Su inocencia subrayó la página más manoseada del vademécum de Clemente: lo importante es ganar. Sin concesiones a la tribuna.
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