La bomba que descubrió a Agustín Moreno
El último atentado de ETA desvela la identidad de un desaparecido hace 29 años
En mayo se han cumplido los 29 años desde que se perdió el rastro de Agustín Moreno. Su esposa, Catalina, y sus hijas, Lucía y Antonia, nada sabían de su paradero y poco les importaba su suerte. Hace ahora 29 años salió de su casa en Alhama de Murcia a buscar obreros para las fincas donde trabajaba como. encargado. Nunca más se volvió a saber de él. No les dejó propiedad ni pensión alguna. Catalina tuvo que volcarse a trabajar como una negra para alimentar a las pequeñas y pagarse un alojamiento. Ahora tiene 70 años y no quiere saber nada del marido que la abandonó sin decirle por qué.El pasado domingo, la guardia civil de Alhama de Murcia se presentó en casa de Antonia. El hombre que paseaba junto al funicular de Artxanda, a quien una bomba enmascarada le arrancó las manos, era su padre. Estaba internado en la unidad de reanimación del hospital de Cruces de Bilbao, donde se le apreciaba incrustación de metralla en tórax, cara y ojos.
A estas horas, Agustín Moreno habrá recibido la visita de sus hijas, a las que sus ojos dañados no podrán. ver. Ambas salieron ayer por la tarde desde Sagunto (Valencia) hacia el reencuentro familiar completamente confundidas. "No puedo decir nada malo de él. Se llevaba estupendamente con mi madre y nos quería mucho. El recuerdo que tengo de él es bueno, salvo que nos dejó abandonadas. Con todo lo que nos quería, no te explicas por qué pudo suceder", decía ayer Antonia, poco antes de partir hacia Sagunto para revivir junto a su hermana un amasijo de incógnitas que hoy podrá desvelar su padre herido.
Lucía trabaja en un taller fallero, valenciano y con 43 años a es viuda. Un accidente de tráfico se llevó a su marido hace cuatro años. Tenía 14 cuando supo que era una hija abandonada. "Me acuerdo de mi agradable niñez y del tiempo que pasamos esperando alguna noticia suya. Mi madre sufrió mucho. Durante años aguardamos al cartero con ansiedad, por si nos traía alguna carta, pero llega el momento en que no puedes pasar los días esperando y lo apartas de tu vida". Lucía Moreno reconoce que su cabeza atraviesa "un cacao mental". "Por un lado me apetece ir a verlo; por otro, ¿quién me iba a decir a mí que lo íbamos a localizar por las noticias de un atentado?".
Quienes frecuentaban a Agustín en Bilbao nada sabían de que tuviera familia, informa Eva Larrauri. "Todos le teníamos por soltero. Sabíamos que que era de Murcia y poco más", dicen los asiduos a El Pozano, un pequeño bar de Matiko, en Bilbao. Antonia Mateos, la dueña de local, fue la primera persona que visitó a Agustín, Moreno en el hospital, la misma tarde del domingo. Moreno vive muy cerca del bar donde desayunaba a diario, en una habitación alquilada a Abundia García, de 83 años: "En más de 10 años que vive en esta casa nunca ha recibido correspondencia, y desde que se jubiló, ni una llamada de teléfono. Pensaba que no tenía a nadie en el mundo".
Las hijas de Agustín han recibido muchas presiones de sus amigas para que acudieran al programa Quién sabe dónde en busca de ayuda en la localización de su padre. Antonia siempre se resistió: "La persona que nos abandona porque quiere no tengo yo por qué ir a buscarla".
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