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El puño de Mandela

Quién les hubiera dicho a muchos militantes socialistas que volverían a levantar el puño estimulados por un independiente. Pero así fue en el polideportivo gaditano, cuando José María Mendiluce, candidato a las europeas, remató su sentido e internacionalista parlamento diciendo: "Voy a levantar el puño, el puño de Nelson Mandela, el de los trabajadores de la paz y de la solidaridad". A buena parte del público le salió el paulov de hace unos años.A estas alturas de nuestra vida política, los mítines ya no se dan para hacer proselitismo, sino con el sano objetivo de alentar a los seguidores. Se trata de un encuentro en tre convencidos, en donde el público espera es cuchar en boca de sus líderes aquello que le gustaría que se dijera. Felipe González, tal vez por que lo del día anterior en Valencia le sirvió como rodaje, o porque, como algunas plantas, saca provecho de su tierra de origen, estuvo, en su primer mitin andaluz de esta campaña, más agresivo y brillante, y le entró al respetable con la frase justa que se quería oír: "Vamos a ganar, vamos, a ganar, vamos a ganar". El polideporti vo, como es lógico, se vino abajo.

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Bronceado, dinámico y con la chupa de ante de reglamento, el presidente saltó al escenario y se parapetó detrás de una especie de tacataca de metacrilato y acero inoxidable. Nunca nombró a José María Aznar por su nombre -la táctica de desprecio se le da muy bien- y tuvo algunos rasgos de humor que sus paisanos le agradecieron, como cuando dijo: "Y también tenemos que ganar para ver la cara que se les pone". Más o menos, en ese momento, una mujer consiguió imponerse al resto del griterío y lanzarle un "¡qué guapo eres!", que el propio González, derrochando encanto electoral, le agradeció.

El primer mitin mixto -se trataba de promover tanto las elecciones europeas como las andaluzas- contó con abundancia de teloneros, pero hay que decir que fueron muy breves, so bre todo el alcalde de Cádiz, Carlos Díaz, y el secretario provincial del PSOE, Alfonso Perales, y el discurso de este último todavía habría sido más breve si no hubiera aludido a las declaraciones que Mercedes de la Merced realizó a EL PAÍS el pasado viernes. La verdad es que la concejala del PP en el Ayuntamiento de Madrid dio juego prácticamente a todos los participantes, y una se pregunta qué va a pasar si los populares no siguen largando. De todas maneras, las alusiones a Abel Matutes por parte del presidente González auguran un calentamiento inmediato del enfrentamiento dialéctico.

El profesor Morán sigue, contra viento y marea -y se le respeta por eso-, exponiendo sus puntos de vista sobre Europa y el papel de los socialistas en ella desde el ángulo de la razón y el humanismo. En Cádiz le siguió en turno el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, en el discurso más largo, después del de González. Él también incidió en subrayar los logros del Gobierno socialista en Andalucía, sobre todo las autovías, tema tan redundante como el de la señora De la Merced, aunque el público se excitaba más cuando se le nombraban las posibilidades de estudiar que este pueblo nunca tuvo bajo la bota de la derecha. Algo nuevo: los oradores pidieron al público que extiendan el mensaje socialista en trabajos y vecindades. Que capten adeptos, vaya.

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