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Bossi llama "banda de los cuatro" a los jueces que le acusan de corrupción

Antonio di Pietro y sus colegas de la magistratura de Milán no son ya los heroicos artífices del cambio político en Italia, sino "una banda de los cuatro" que quiere "abrir un margen para la vuelta de los de antes", de "Bettino Craxi, Arnaldo Forlani y Giulio Andreotti, reciclados" bajo la apariencia de Silvio Berlusconi. Lo asegura el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, y añade que "Miglio [Gianfranco, su ex asesor] no sabe una polla" cuando denuncia que Bossi aceptó del grupo Ferruzzi un pago por el que ha sido procesado.

Craxi, Forlani, el democristiano Paolo Cirino Pomicino, los socialistas Gianni De Michelis y Claudio Martelli, el liberal Renato Altissimo, el republicano Giorgio La Malfa, son algunos de los 32 acusados, junto a Bossi, en el juicio señalado para el próximo 5 de julio por haberse repartido presuntamente la mayor comisión ilegal de la historia de Italia: los 170.000 millones de liras (unos 14.000 millones de pesetas) pagados por Raúl Gardini con el generoso sobreprecio que percibió del Estado por las acciones del grupo Ferruzzi en la empresa mixta Enimont.Craxi, al que se acusa de haber percibido más de 10.000 millones de liras, será juzgado en rebeldía en este proceso que para él es uno de los sesenta y pico que tiene pendientes, aunque en atención al número e importancia de los procesados ha sido calificado de proceso del siglo. "Necesito curarme, y sin duda sería mejor si no tuviera que sufrir las presiones a las que estoy sometido", se lamenta Craxi en una nota que transmitió ayer desde su exilio de Hamameth, en Túnez, donde periodistas y policías montan guardia permanente.

Bossi, en cambio, triunfante, dueño del Ministerio del Interior y de otros cuatro departamentos, arremete en una entrevista con La Stampa contra los magistrados que "quieren destruir la Liga". El líder lombardo reconoce que su partido tomó en 1992 el dinero en cuestión, pero añade que la suma fue robada aquella misma noche en las oficinas de la Liga y concluye que todo fue "una trampa montada por los servicios secretos".

El enrredo, según el único político nuevo entre los 32 procesados por la comisión de Enimont, favorece ahora a Berlusconi, con el que Bossi mantiene una extraña relación de cooperación-competencia dentro del Gobierno italiano.

Riina, contra los 'arrepentidos'

La magistratura, mientras tanto, se preocupa por la insistencia de Berlusconi en reformar la ley que regula la figura de los arrepentidos de la Mafia para imponerle límites. Ni las fuerzas policiales, ni los magistrados ni los propios arrepentidos consideran oportuna,, y menos todavía urgente, la reforma de una institución que en los dos años pasados permitió importantes éxitos de las fuerzas policiales.Precisamente ayer, el jefe de la Mafia, Salvatore Totó Riina, en una pausa de un juicio que se celebra en Calabria, declaró a la prensa que "la ley sobre los arrepentidos debe ser abolida, porque son pagados para que se inventen las cosas".

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Riina, encarcelado en enero de 1994 gracias a las declaraciones de varios arrepentidos, responsabiliza a magistrados y expertos antimafia de la manipulación de los ex mafiosos. En ese contexto, acusó ayer a Giancarlo Caselli, el procurador de Palermo que acaba de pedir el procesamiento del ex primer ministro Giulio Andreorti por asociación mafiosa, a Luciano Violante, ex presidente de la comisión parlamentaria antimafia, y al sociólogo Pino Arlachi, como integrantes de una "conspiración comunista".

Totó Rfina declaró, además, como ya había hecho en ocasiones precedentes, que no ha conocido jamás a Andreotti. Algunos arrepentidos muy directamente relacionados con este jefe de la Mafia, aseguran que Andreotti y Riina se reunieron al menos una vez en Palermo. Los testimonios sobre ese encuentro son un elemento clave en el proceso contra el ex primer ministro democristiano.

El presidente de la república, Oscar Luigi Scalfaro, envió anoche un telegrama al Consejo Superior de la Magistratura en el que calificaba de "inaudito" que un mafioso convicto pueda hacer seme antes declaraciones durante una audiencia pública.

Alfredo Biondi, el minisiro de Justicia de Berlusconi, insistió en este mismo hecho. Pero, sobre todo, consideró "ultrajante" que se piense que el Gobierno "siga las indicaciones de Riina" cuando se propone reformar la ley de los arrepentidos.

Tonimaso Buscetta, el más célebre de los arrepentidos de la Mafia, manifestó ayer en otro proceso que, tal y como van las cosas, la lucha antimafia corre el riesgo de convertirse en un "fuego de paja".

La preocupación de los italianos se concentra más sobre este tipo de asunto que sobre un eventual renacimiento del fascismo. Precisamente, un proyecto de ley fue presentado ayer en el Parlamento con el fin de abolir los artículos de la Constitución que prohíben volver a fundar el Partido Nacional Fascista, e impiden el regreso al territorio nacional de la familia real.

El promotor de este proyecto legislativo, que ya fue presentado en 1982, no es el Movimiento Social Italiano, como había anticipado un periódico norteamericano, sino el grupo de diputados radicales de Marco Pannella, como Marco Taradash o Emma Bonino, que apoyan el Gobierno de Silvio Berlusconi.

Los tres partidos de la mayoría eligieron ayer al neofascista Mirko Tremaglia, que promueve la vuelta a Italia de la Istria croata, presidente de la comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara baja.

Tremaglia quiso ser ministro para las Relaciones con los Italianos en el Extranjero, pero no lo logró debido a que, en su juventyud, fue volutario de la República de Salo, el ultimo baluarte de Benito Mussolini.

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