La gran tarea pendiente

A veces, en un alarde de sinceridad, hasta los responsables de pequeños Estados comunitarios lo reconocen. "La ampliación a 16 miembros", confesaba el ministro griego de Asuntos Europeos y presidente de turno del Consejo de Ministros, Teodoro Pangalos, "ha agotado totalmente la capacidad de la Unión Europea (UE) para acoger a nuevos socios. La próxima ampliación requerirá una reforma radical de las estructuras de la UE".La gran tarea pendiente de la UE se llama Conferencia Intergubernamental y ha sido convocada para 1996. Su objetivo es conseguir que las instituciones y tratados elaborados para regular las relaciones entre seis países fundadores sean reformados y que una Unión de 16 o más integrantes funciones sin chirriar.

Desde un punto de vista español, compartido por los pesos pesados de la UE, la conferencia debe, ante todo, servir para reequilibrar un poco una UE crecientemente dominada por países pequeños y poco poblados en detrimento de los grandes. En la práctica, hay que modificar ligeramente la ponderación del voto en el Consejo de Ministros comunitario para evitar que Luxemburgo disponga de un sufragio por algo menos de 200.000 habitantes, mientras cada voto de Alemania se corresponda con 6,6 millones de ciudadanos. Ni qué decir tiene que los pesos ligeros de la UE se resisten vehementemente a estar un poco menos sobrerrepresentados en las instituciones. La diplomacia española intentó en vano que esa reforma institucional se acometiese en dos etapas.

La primera, antes de la ampliación a cuatro nuevos Estados miembros, el 1 de enero próximo, y la segunda, en 1996, para prepararse a absorber a los países ex comunistas.

Se quedó sola en su empeño porque franceses y alemanes temían retrasar la anhelada ampliación. Madrid acabó librando una batalla de retaguardia en la que, entre otras cosas, sus socios aceptaron que el año próximo se cree un comité especial de representantes de los 16 para ir allanando el camino de la famosa Conferencia Interguberriamental. La idea está inspirada en el Comité Dooge, que despejó en 1985 el camino del Acta Única.

En la gran negociación de 1996, el Parlamento Europeo (PE) también quiere poner su granito de arena, en pie de igualdad si no con los Gobiernos sí al. menos con la Comisión Europea. Ésa fue una de sus condiciones para aprobar los tratados de adhesión de Austria y de los tres aspirantes escandinavos. Difícilmente la presidencia griega de la UE podía comprometerse sobre las modalidades de una revisión institucional prevista para dentro de dos años. Karolos Papulias, el titular griego de Exteriores, se limitó a prometerle que el comité especial trabajará en estrecha colaboración con la Asamblea de Estrasburgo.

Si, finalmente, una delegación del nuevo Europarlamento se sienta en la mesa de negociación, no está claro que postura defenderá. La mayoría del hemiciclo es partidario de ahondar la UE, pero cuando se discute cómo hacerlo surgen fuertes discrepancias.