Un hombre que sufría
Cuando me he enterado de su muerte me ha dado un revolcón en el estómago. Luis Ocaña llevaba el carácter en la sangre. Era un corredor agresivo, valiente. Un hombre de extremos, que buscaba el riesgo. Irrumpió en el ciclismo con una machada, en la Vuelta a Andalucía, y se va de la vida así... La gloria efímera del deporte no tiene nada que ver con el fondo de la vida.El año que me hice profesional, en 1968, coincidí con él en una concentración del Fagor en Oñate. Estaban allí, dirigidos por Perico Machain, los mejores españoles de la época, Eusebio Vélez, Perurena, Errandonea, Gabika, Momeñe... Y se juntaba conmigo, a pesar de que yo era un recién llegado que casi le tenía que tratar de usted, porque yo tenía un 600 y allí se montaba. Le volvían loco los coches. La velocidad era su cómplice. Los directores hasta le prohibían conducir, y una vez apareció en una salida en Llodio a toda velocidad con su Opel, un coche que no había en España, matriculado en Francia, y asustando a todos, que se querían bajar en marcha. Y luego, mucho después, un accidente de coche le marcó.
Le llamábamos El Francés. Coincidí también con él en el Bic, en 1970. Allí compartí mesa, mantel y dorsal. Pero no mucho: yo estaba en la mili y apenas tenía días libres para correr. Ocaña entonces corría con más corazón que con cerebro, pero Maurice de Muer, nuestro director, le templó y le llevó a ganar la Vuelta y el Tour. Aunque a él la victoria que más ilusión le había hecho era el campeonato de España que ganó en Segovia en 1968. "Es porque para el Tour estaba predestinado", explicaba cuando yo me sorprendía. "Y en ese campeonato nadie me esperaba". Y lo ganó a lo campeón.
Personalmente nunca llegué a congeniar con él. Hasta tuve un incidente cuando me embistió con su coche de director del Fagor en una Vuelta cuando yo andaba ya con el Reynolds. Era un hombre bastante especial, que se entregaba entero. Era un hombre convencido de lo que creía. No compartía sus ideas, su apoyo político a Le Pen. Pero le respetaba.
Ocaña fue un hombre de mala suerte. Como director, en el Fagor, en el Teka, no pudo acoplarse su carácter de campeón. Todo eso le fue marcando y empezó a sufrir. Y creo que es un hombre que ha sufrido mucho.
Ocaña fue también El Chepas y el hombre que se atrevió. El español de Mont de Marsan que ganó el Tour. El que 14 años después de Bahamontes precedió a Delgado en otros 14. Al final, todo lo que hacía tenía un sello heroico y trágico. Y ahora nos acordamos de la foto que nunca se podrá hacer, la fotografía que recoja juntos a los cuatro españoles que han ganado el Tour. A Bahamontes, a Delgado, a Induráin y... a Ocaña.
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