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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Tres respuestas a Javier Pérez Royo

Las tres preguntas que Javier Pérez Royo ha formulado en este periódico [el 13 de mayo] constituyen un bienintencionado monumento a la retórica política a la vez que podrían ser interpretadas como muestra de ciertas carencias patológicas de imaginación. Pérez Royo no puede imaginarse a Aznar en La Moncloa sobre todo porque, al parecer, no puede imaginarse a Felipe González fuera de allí, lo que sin duda le acerca al presidente en estos momentos de incomprensión.Pero la imaginación de Pérez Royo parece estar limitada por buenas razones, justo aquellas que somete a la consideración de los lectores, en forma de tres preguntas. Con el fin de ilustrar al analista sobre algunas de las posibles respuestas distintas a las solas que él puede imaginar, le ofrezco tres argumentos.En primer lugar, es posible que Aznar no haya estado modosito al sugerir que el Gobierno "había mirado para otro lado" mientras Roldán se, escapaba, pero es aún más verdad que Aznar no ha hecho otra cosa que decir en voz alta y a las claras lo que piensan millones de españoles asqueados al comprobar en qué manos se había puesto a la Guardia Civil -esa institución que los socialistas "descubrieron" tan pronto como empezaron a mandar- y propensos a pensar que tal vez sea preferible suponer que estamos en manos de gente ligeramente corrupta y con tendencia al disimulo (que Roldán podía tomar las de Villadiego se sabía hasta en los conventos de clausura) que en manos de gente absolutamente incapaz. Y aquí sí que tertium non datur, que, por cierto, es aforismo lógico medieval aunque también lo usen los juristas.

De manera que salvo que a Pérez Royo le parezca que en la política es esencial decir lo contrario de lo que se piensa, pues no se entiende el escándalo. Y ojalá que Aznar en La Moncloa siga hablando con igual claridad.

En segundo lugar, parece creer Pérez Royo que todo lo que no sea decir amén a la política de los nacionalistas catalanes es poner en peligro el sistema. Estamos listos con esta clase de sugerencias. La democracia está hecha para discutir y si para que los nacionalistas estén en el sistema hay que traicionar los principios de la democracia, aceptando que toda argumentación sobre la estructura del Estado ha de hacerse al dictado de sus opiniones, esto se parecerá cada vez más a un síndrome de Estocolmo colectivo, sin nada que tenga que ver con debatir libremente los conflictos sociales (sin necesidad de suponer, por ejemplo, que haber nacido en un cierto lugar determina la opción política de cada cual). Pero a Pérez Royo, de nuevo tímido y temeroso, le parece que discrepar de los demás es sembrar vientos. Pues qué bien.

Por último, Pérez Royo le reprocha a Aznar falta de coraje político: esto me parece ser mero reflejo de comprender que el adversario no está haciendo lo que nos conviene, sino lo que a él le parece bien. Reconozco que esto es bastante nuevo, pero creo que habrá que irse acostumbrando. Y, desde luego, yo estaría tranquilo con Aznar en La Moncloa, entre otras cosas porque eso significará que los españoles hemos aprendido la primera lección importante de la democracia madura: que al político que no hace. bien las cosas se le puede y se le debe despedir, porque nadie es indispensable, ni siquiera Felipe González.-

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