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Washington opta por un jurista moderado y muy respetado para ocupar la vacante del Supremo

Antonio Caño

Bill Clinton prefirió evitarse más problemas y, finalmente, se decidió por un jurista de buena reputación, descartando a dos viejos amigos y aliados, para el importante y perpetuo cargo de miembro del Tribunal Supremo. El elegido es Stephen Breyer, un juez de 55 años actualmente en ejercicio en Boston, quien no se espera que tenga problemas, en el duro calvario de la ratificación en el Senado.

Para quedarse con Breyer, el presidente tuvo que descartar a uno de los miembros con más peso de su Gabinete, el ministro del Interior, Bruce Babbitt, y a un juez de su nativo estado de Arkansas, Richard Arnold. La Casa Blanca intuyó que ambos hubieran sido blanco fácil de la oposición en los debates de ratificación.

Stephen Breyer es uno de los jueces más respetados del país. Sin una orientación política definida, Breyer puede ser apoyado tanto por los demócratas como por los republicanos. De hecho, el líder de la oposición en el Senado, Bob Dole, ha predicho que el elegido del presidente no encontrará problemas por parte de su grupo.

Con la elección de un moderado para la vacante dejada por el juez Harry Blackmun, que dejará su puesto este verano, la tendencia centrista se va imponiendo a los conservadores en el Tribunal Supremo, una institución que giró a la derecha en los últimos años con los nombramientos hechos por Ronald Reagan y George Bush.

Clinton eligió a Breyer cuando la prensa comenzaba a impacientarse por el largo proceso de selección y empezaba a acusar al presidente de indecisión.

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