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Galicia contiene la respiración

Los coruñeses engalanan sus plazas y balcones esperando el 'partido del siglo'

Xosé Hermida

El tiempo se detendrá esta noche en Galicia. A las 20.30 horas, cuando Deportivo y Valencia pisen el césped de Riazor, la peña radical Riazor Blues hará explotar simultáneamente 30.000 globos. El estruendo no podrá evitar que miles de hogares de toda Galicia aficionados al fútbol y gente que siempre ha detestado este deporte contengan la respiración. Es sólo un partido, pero se ha convertido en una cuestión de Estado, en un motivo de orgullo para una comunidad que durante años ha venido mascullando en silencio un sentimiento de marginación y olvido.Por un momento, hasta los socialistas gallegos olvidarán sus encarnizadas batallas. La falta de previsión ha hecho coincidir su congreso regional con el último partido de Liga y durante hora y media renovadores y guerristas estarán unidos por el fútbol. El candidato a secretario general es el alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez, quien ya ha anunciado que dejará plantada a la asamblea para acudir al partido en compañía de otro acérrimo deportivista, el ex presidente de la Xunta, Fernando González Laxe. Ambos sufrirán la incertidumbre del encuentro más importante de la historia del fútbol gallego junto a su adversario político, el actual jefe del Ejecutivo autónomo Manuel Fraga. Tampoco los sindicalistas son ajenos a la cita y algún dirigente local de CC OO anunció que la central iba a enviar un telegrama de aliento al equipo.

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El título se está acariciando desde hace dos años y por fin parece que os tempos son chegados (ha llegado el momento) como reza la letra del himno gallego. La semana ha sido interminable y en La Coruña la gente ha entretenido la tensa espera engalanando la ciudad. Muchas plazas se han colocado grandes macetas con flores azules y blancas mientras las banderas del Deportivo cuelgan de centenares de balcones, puertas o escaparates. En la fuente de Cuatro Caminos, donde se celebran tradicionalmente los triunfos, ha sido el propio Ayuntamiento el que ha ordenado pintar los bloques de cemento con los colores del equipo, aunque en esta ocasión muchos aficionados anunciaron que si logran el campeonato optarán por un baño en la playa de Riazor.

Pocas veces se habrá visto una expresión semejante de tensión colectiva. Las horas van transcurriendo como quien espera el final de un ultimátum y algunos soportan, el sufrimiento a duras penas. Los medios de comunicación de la ciudad no dieron ayer abasto para atender las llamadas de la gente deseosa de saber si por fin se televisaría o no el partido. En muchos de lugares de Galicia estaban ya preparados locales con pantallas gigantes para seguir el acontecimiento. Incluso en Barcelona el centro gallego pretendía reunir a 40.000 personas para animar al Deportivo. Al otro lado del Atlántico, en Argentina, en Uruguay o en Venezuela otros miles de emigrantes esperan con impaciencia a que se confirme el rumor de que Galicia también existe.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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