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Roger Garaudy:"La culpa de la corrupción es del monoteísmo del mercado"

El filósofo presenta un nuevo libro

Corrupción, prostitución de las instituciones, valores y actuaciones, decadencia... Para Roger Garaudy, filósofo francés que cree en la compatibilidad de marxismo, cristianismo e islam, todos estos siniestros elementos que marcan el mundo actual "son el resultado lógico y normal de una nueva religión, el monoteismo del mercado que pone precio a todo, incluídos los hombres".

"No hago teología por mero placer especulativo porque siempre he considerado que tiene que estar enmarcada en una situación económica concreta", explicaba ayer en Madrid, el francés Roger Garaudy, poco antes de presentar su último libro ¿Tenemos necesidad de Dios? Como él dice en su obra, "esta pregunta no se había planteado nunca en ninguna, parte", aunque siempre ha rondado su busca para dar un sentido a la vida que él perdió, de forma contundente, cuando fue expulsado en 1970 por el partido comunista francés."El mundo está dividido en dos partes en las que el 90% de los recursos son explotados por el 20% de la población mundial mientras la pobreza y el hambre causan la muerte, cada año de 15,5 millones de niños", explica al añadir indignado: "Un Hiroshima que deja a los mitos sanguinarios de un Gengis Jan, Pol Pot o Hitler a la altura de meros artesanos".

La culpa de todo, en su opinión, la tienen "los modelos que nos vienen impuestos por las películas, especialmente las procedentes de EE UU, en las que se prima el aumento constante del consumo y la producción y la violencia."

"Ni siquiera Marx estaba en contra de la economía de mercado, simplemente lo que pretendía es que tuviese una contraparte con ciertos resortes del estado", añade al explicar que, la falta de este equilibrio ha hecho que la caída del muro de Berlín se haya convertido en una oportunidad perdida para los pueblos del antiguo este.

Frente a este panorama desolador, Garaudy creé que la "gran esperanza del mundo es la teología de la liberación y el misticismo". "Ahora más que nunca", dice, "el hombre necesita a Dios como una presencia en cada uno de nosotros". Garaudy cree que hay que volver a una visión de Jesús libre de las "contaminaciones" de San Pablo que, en_su opinión se "inventó" al Cristo triunfador" para restablecer "la figura de un Dios todopoderoso y externo que fue la clave de la alianza de la Iglesia con el poder".

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