Al césar, lo que...

Soy pensionista y caminante renuente: tengo un páncreas escasamente solidario. Me obliga a patearme seis o siete kilómetros diariamente, y ello me permite algún regodeo en el yantar. Caminar por el barrio de Salamanca (es el que pateo) era como emular pasos de un baile indefinido. Paso atrás o alargar la zancada, a derecha o a la izquierda, tratando de evitar rebozarte la suela de tu zapato (en singular). Raramente podían embadurnarse ambos y casi siempre era el derecho el que ligaba en el cacádromo. Ya podías luego utilizar el borde de un alcorque, o de la acera, hasta un palito o un papel. De todas maneras tenías que llevarte a casa la graciosa filigrana de un hediondo reborde. Al menos dos o tres veces por semana pringábame, y eso que tengo buena vista. ¡Ay de aquellos que no gozan de tal privilegio o de los invidentes, candidatos permanentes que como al mesurado Miguel Durán calificaba Tip de santos varones en su aplaudido programa!Ahora bien: tiempo atrás fuimos calificados como la urbe más sucia de Europa. Ello dio lugar a una campaña del Ayuntamiento tratando de concienciar a los dueños de canis famillaris. Se trataba de educar a esos fieles y maravillosos, animales, a los que adoro, para evitar el desparrame de sus detritus orgánicos en lugares de normal tránsito de viandantes. Tras los amables consejos, bastó insinuarnos posibles sanciones para que el problema se haya mejorado (estimo que al menos en un 90%). Bravo, señor alcalde.- Tomás Domínguez M.Coletty.