Solchaga dice que "ni dos ni quince chorizos" pueden dilapidar al PSOE
No se va. Había dicho que se iba, pero no se va a ir. Dijo el jueves pasado, sin emoción y sin solemnidad, que era el primer día del resto de su vida -el primer día, en los últimos 12 años, en que dejaba de ser diputado y de estar cerca de Felipe González-. Ayer, con emoción y con solemnidad, aseguró ante el Grupo Parlamentario Socialista que continúa en La lucha política. "Ni dos, ni quince, ni treinta corruptos, ladrones o chorizos" pueden dilapidar los ideales del partido socialista, dijo con indignación.
Le despidieron con una larga ovación 134 diputados y senadores socialistas puestos en pie. Algunos con el reconocimiento de quien elogia a un adversario caído. Pero Solchaga se apresuró a advertir que no era una despedida, porque sus, palabras no eran un testamento. "Alguno me ha dicho: 'Tú volverás'. No, yo no voy a volver. Yo es que no me voy a ir. Estoy vivo, coleando y con una salud de hierro. Hasta en lo político".No sería un testamento, pero tuvo algo de confesión. Reconoció que la responsabilidad y complejidad de las tareas de Gobierno quizá le hicieron perder afecto hacia otros compañeros de partido. Admitió que tenían algún fundamento las críticas hacia él por haber participado poco en la vida interna del PSOE, pero resaltó que su trabajo como presidente del Grupo Socialista ha sido de los más gratos que ha tenido en el terreno personal. Ahora, Solchaga se plantea el regreso al puesto que ocupaba en el Banco de España antes de comenzar su carrera política.
Él, que ha sido de los socialistas que mejor se ha desenvuelto en el mundo del dinero, defendió la obligación del PSOE de representar a quienes por si mismos no tienen la capacidad de vertebración y representación ante los poderes fácticos y los poderes públicos. Tras 11 meses de carrera en el seno de su formación quería dejar el recuerdo de hombre de partido.
Solchaga dio a entender que dimitió como presidente del grupo parlamentario porque la crispación social por los escándalos de corrupción aconsejaban que él pagara por los errores. Aunque él mismo entendiera, que los errores no exigían ese pago exactamente. Y agregó que renunció al acta de diputado" sin que nadie se lo pidiera, porque sintió el deseo de un gesto así "en tiempos de bribones". La tardanza con que ha hecho efectivas estas decisiones se ha debido, según sugirió, a que había dejado en manos de González que las anunciara cuando le conviniera.
Tono de arenga
El PSOE ha transformado a España, afirmó, y eso ha sido posible por el esfuerzo de la mayoría de los socialistas, enfatizó. "¡Ni dos, ni quince, ni treinta corruptos, ladrones, chorizos o como los queráis llamar podrán negar un ápice el patrimonio del partido socialista de: compromiso con la libertad y la solidaridad! ", exclamó.
Dicho eso, reconoció que quizá se produzca algún nuevo escándalo de corrupción. Y a continuación pasó al contraataque. "Si nos presentamos ante los españoles con modestia, reconociendo nuestros errores, pero al tiempo demostrando que seguimos representando lo mismo que siempre hemos representado; si creemos que un 30% o un 35% de la población no puede sentirse representada por una derecha que hoy parece protegida en su comportamiento moral pero no es sino la misma derecha que durante decenios ha sido incapaz de aceptar todo lo que se deriva de la libertad y la tolerancia; si creemos que somos los albaceas de todo un pensamiento progresista, y lo somos, tenemos que salir adelante. Eso exige esfuerzos, estrategia, reacción, contraataque donde podamos..."."Tenéis que hacer un esfuerzo para levantar el ánimo, para levantar cabeza, para recuperar el prestigio; tenéis que hacer un esfuerzo para recorrer el partido y levantarlo, para que nadie sienta vergüenza. Este mismo grupo parlamentario no debe ceder su legítimo orgullo ante nadie". En esa exhortación, casi de mitin, se deslizó un reconocimiento implítico de una derrota electoral. "Desde el Gobierno, o desde la oposición", el PSOE puede seguir representando con toda dignidad, vino a decir, a quienes históricamente ha representado.
"Nada está perdido todavía"
J. G. I.Carlos Solchaga, en su intento de espolear a los diputados y senadores socialistas, les pidió que hagan el esfuerzo de transmitir que "todavía nada está perdido". "Que lo que esté perdido se pierda en buena lid, porque los españoles tienen perfecto derecho a confiar más en unos que en otros, pero no porque este partido abandone el deseo de tener el poder para transformar a la sociedad, porque abandone el deseo de seguir cambiando a España para mejor", dijo Solchaga.
El PSOE, desde su punto de vista, debe alentar esta actitud. Una actitud que se aleje de la moral de derrota, quizá porque ese fue uno de los principales lastres de los socialistas franceses ante las elecciones legislativas que provocaron la caída de su partido en marzo de 1993.
Tras explicar los motivos de su dimisión, el ex portavoz del Grupo Socialista expuso la reacción que a su juicio debe tener el Partido Socialista, e inmediatamente antes de concluir su intervención con la afirmación rotunda de que sigue en la vida política, trató de infundir esperanzas: "Yo estoy persuadido de que al calor de la mejoría de la situación económica, al hilo de una recuperación de la confianza, todavía, no sé si en el Gobierno o en la oposición, pero todavía con gran dignidad, tenemos mucho que representar".
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