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Los universitarios se quitaron el miedo a volar

Antonio Jiménez Barca

Minutos antes de subir a un ultraligero por primera vez en la vida, la reacción de muchos fue la de ir previamente al servicio o hacer chistes malos sobre testamentos.

Después, la cosa no fue para tanto. Los 30 participantes en los Bautismos de vuelo del fin de semana -la mayoría estudiantes- organizados en Villanueva del Pardillo por el Club de Vuelo de las escuelas de Ingeniería Aeronáutica aterrizaron sin problemas.

El ultraligero, de 200 kilos de peso y una velocidad media de 50 kilómetros por hora, parece frágil: tiene dos asientos y va a motor. Sin embargo, en el aire, a 300 metros de altura, con un piloto al lado, y si no hay mucho viento, se convierte en un vehículo estable.

"No pasa nada, parece que uno está colgado del cielo", comentó Marta Hernández, de 18 años, estudiante de Ingeniería Aeronáutica, al poco de aterrizar, en un intento de dar ánimo a los que esperaban montarse.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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