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Tobogán deslizante hasta el 12 de junio

Socialistas y populares pelean por arrebatarse la iniciativa política

La política española, impulsada por la onda expansiva de los escándalos, las dimisiones y las fugas, ha entrado en un tobogán vertiginoso que convierte en imprevisible la próxima campaña electoral para los Parlamentos europeo y andaluz. El Partido Popular (PP) siente que ha perdido la iniciativa política que en las dos últimas semanas colocó al Gobierno contra las cuerdas y está sopesando cuidadosamente si el próximo miércoles, durante la esperada comparecencia de Felipe González ante el Pleno del Congreso de los Diputados, da un paso al frente en su estrategia parlamentaria. El calendario determina una situación política que parece prendida con alfileres y las cinco semanas que faltan para que se abran las urnas se anuncian preñadas de sorpresas.La cuidadosa operación diseñada por Felipe González para retomar la iniciativa política -tras las dos peores semanas de los 11 años y medio de Gobierno socialista- dejó al principal partido de la oposición tan irritado como confuso. La redada contra el ex gobernador del Banco de España Mariano Rubio, y su agente, Manuel de la Concha, y su consiguiente ingreso en prisión, más la renuncia a sus escafios de Carlos Solchaga y José Luis Corcuera y las dimisiones de los ministros Antoni Asunción y Vicente Albero, sirvieron de zócalo al presidente del Gobierno para dirigirse por televisión al país y anunciar su voluntad de permanecer al frente del Ejecutivo y encabezar la lucha contra la corrupción.

José María Aznar apenas pudo hilvanar algo más que su indignación y su protesta en la conferencia de prensa que improvisó el pasado viernes para replicar al presidente del Gobierno. El dirigente de la oposición, que en el debate sobre el estado de la nación acorraló a González, dejó traslucir una cierta impotencia política al remitir a los resultados de las elecciones del próximo 12 de junio la solución a la actual situación de empantanamiento, descartando, una vez más, el recurso a la moción de censura contra el Gobierno socialista. Horas después, sin embargo, un alto cargo del partido de Aznar hacía saber que se sopesaba cuidadosamante si se adoptaba una nueva estrategia para el debate del Congreso del próximo miércoles. "Estarnos analizando si damos un paso más", afirmaba un miembro de la dirección popular, que no ocultaba su deseo de recuperar la iniciativa política. Pero la sombra del fracaso de Antonio Hernández Mancha -el efímero dirigente conservador que se abrasó en una precipitada moción de censura contra Felipe González en marzo de 1987- planea sobre José María Aznar y hace poco probable que sea ésa la medida que se estudia.

La maniobra de Felipe González de convertir al magistrado en excedencia Juan Alberto Belloch en el nuevo San Jorge de la lucha contra la corrupción -aunando las carteras de Justicia e Interior bajo su dirección- causó la inmediata dimisión de Baltasar Garzón, otra de las estrellas de la magistratura fichada por González para hacer frente a la judicialización de la vida política, y descascarilló, en parte, el reajuste ministerial.

Y aunque la razón básica de la renuncia de Garzón sea una inconsolable frustración al verse preterido en su legítima aspiración a ocupar la cartera de Interior, su decepción es más profunda y políticamente peligrosa para el presidente del Gobierno. Garzón se siente engañado al verRICARDO GUTIÉRREz que su contribución a la victoria electoral socialista en las pasa,das elecciones generales -figuró como número dos por Madrid en la lista que encabezaba Felipe González- no es tenida en cuenta frente a otro independiente como Belloch, que entró directamente en el Gobierno sin pagar el precio personal que implica toda campaña electoral.

El efecto Garzón, una brillante operación de mercadotecnia político que se atribuye al ingenio del dirigente manchego José Bono, puede convertirse, en pocos meses, en un bumerán. Garzón regresa ahora desengañado a la Audiencia Nacional cuando, casualmente, el Juzgado Central de Instrucción número 5, del que es titular en excedencia, reabre la investigación sobre los GAL, el caso que le convirtió en una estrella en los medios de comunicación y sobre el que edificó su imagen de magistrado insobornable. Dentro de dos semanas, Garzón puede verse frente a frente con George Mendaille, relacionado con el secuestro de Segundo Marey, caso en el que pueden aparecer implicados José Amedo y Míchel Domínguez, que esperan impacientes en prisión que se tramite su indulto. Es el pasado que vuelve para cruzarse una y otra vez en el futuro de un Gobierno que quiere mirar más allá y no le dejan.

Todos estos factores hacen que la precampaña electoral se abra esta semana con una fuerte dosis de incertidumbre, que las dimisiones y el reajuste gubernamental no han acabado de despejar. Sin embargo, el desgaste feroz al que se ha visto sometido el partido del Gobierno en los últimos meses va a planear como un arma de doble filo sobre el resultado de estos comicios. Si las urnas no ratifican el desastre que dibujan los adversarios del partido socialista, el resultado puede volverse contra los agoreros y arruinar, en 24 horas, todo un demoledor trabajo de meses. Por el contrario, si se confirman sus presagios se abrirá un periodo de interinidad en el que la mirada benevolente del honorable Jordi Pujol no podrá sostener por mucho tiempo el deseo de Felipe González de culminar su primera legislatura sin mayoría absoluta.

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Las elecciones a los Parlamentos europeo y andaluz, sin embargo, tienen características tan distintas que es muy posible que arrojen resultados contradictorios que permitan las más variadas interpretaciones y prolongar durante meses la agonía de una legislatura que no acaba de levantar el vuelo.

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