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Ventaja laborista y retroceso conservador en las municipales, británicas

La anunciada derrota de los conservadores británicos en las elecciones locales celebradas ayer parecía consumarse anoche, de acuerdo con las primeras estimaciones de voto, que señalaban un descenso del 6% para los tories, en relación con la consulta celebrada en 1990. Si bien el Partido Laborista (PL) aparecía como favorito, con un 44% de lo votos, los Liberal Demócratas, con un 26%, parecían los verdaderos triunfadores de la jornada.

Los analistas calculaban, no obstante, un resultado final próximo al 30% de los votos para el partido de John Major. Un día lluvioso y cargado de expectativas inaugurales no contribuyó a animar a los 26 millones de ciudadanos residentes en el Reino Unido convocados a las urnas para elegir 5.000 concejales en 68 ayuntamientos de grandes ciudades y 114 municipios de zonas rurales en Inglaterra, además de 4 distritos en Gales y la totalidad de las municipios de Escocia.Sin embargo, frente a la apatía del ciudadano de a pie, para los tres principales partidos en liza (conservadores, laboristas y liberal demócratas) los resultados de la consulta revestían considerable importancia. El primer ministro Major, que había votado por correo en su jurisdicción de Hungtinton, pasó la jornada con buen humor, de acuerdo con un portavoz de Downing Street, acudiendo a primera hora de la tarde a los Comunes.

Pese a los anunciados malos augurios para los tories, anoche los resultados de Londres no parecían tan negativos. Los conservadores controlaban desde 1990 la mayor parte de los municipios del gran Londres.

El miércoles por la noche, el presidente de los conservadores, Norman Fowler, había insistido de nuevo en que sean cuales sean los resultados, estas elecciones no suponen de ninguna manera una prueba para John Major.

No opinan igual los analistas políticos -ayer se dedicaban a hacer pequeñas quinielas sobre eventuales resultados- en la mayor parte de los periódicos británicos.

Lo único que parecía claro anoche era un descalabro, quizás no tan espectacular como se anunciaba, para el partido conservador y un mantenimiento del dominio laborista en las ciudades ya controladas por ellos, aunque con algunos apuros, como en el caso, por ejemplo, de Birmingham. Sólo los Liberal Demócratas, y el indiscriminado grupo de otros, parecía haber obtenido un considerable favor de los electores.

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