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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Cárcel

Son ya algo más de tres meses los que llevo recluido en una de esas flamantes y modernas macroinstalaciones carcelarias que el Gobierno está construyendo por toda la geografía del Estado, disfrazando de modernidad este cáncer social institucionalizado. De este modo se gastan miles y miles de millones en construir y mantener (tres millones anuales por preso/a) estos inmensos almacenes para carne de talego, producida y consumida por la misma sociedad del bienestar, donde los mismos muros que impiden a la gente del interior ver la luz impiden a la del exterior conocer la nefasta realidad que albergan, donde los mismos muros que cubren unas modernas instalaciones encubren la cruda realidad de la reinserción social que tanto pregonan los gobernantes en los medios para convencer al conjunto social de la necesidad de estos macromataderos, cuya única función real es la reclusión y la represión, tanto física como psíquica, de los/as presos/as. En esto se basa la tan predicada: reinserción social.Una persona, al entrar en la cárcel, queda virtualmente abandonada a su suerte. El clima que se genera, incluso se potencia, desde la propia institución es propicio para agarrarse a cualquier sustancia química que té permita la evasión. Esto crea una tensión donde las tragedias se amontonan y el miedo, unido al gran aislamiento que existe entre los/as presos/as debido precisamente a la tensión generada por la drogodependencia, camufladamente potenciada por la institución y por la misma sociedad, impide que existan denuncias, mucho menos de carácter colectivo, por malos tratos, tanto físicos como psíquicos, por la constante transmisión y el mínimo esfuerzo en prevención y curación de enfermedades (si tenemos en cuenta que entre el 80% y el 90% de los/as presos/as son toxicómanos, sobra decir que la privación de libertad se convierte para muchos/as en- pena de muerte disfrazada de graves enfermedades), por las constantes violaciones de los derechos y las leyes vigentes, por la falta de medios para formación académica y laboral...

Lo más deprimente de todo es saber que la verdadera delincuencia, la delincuencia a gran escala, escondida tras bonitas fachadas y hermosas palabras, goza de total impunidad y plena libertad de acción. Me refiero a los podridos y corruptos políticos, grandes narcos y traficantes de armas, altos cargos y directivos de empresas, bancos y cuerpos de seguridad del Estado, la verdadera lacra social, los grandes parásitos que según nos chupan la sangre nos convencen de la necesidad de cárceles, policía, ejércitos...

Se hace imprescindible generar una preocupación social que propicie un debate serio en tomo a las cárceles porque el coste, sobre todo el humano, sin dejar de lado el económico, es muy elevado (más de 40.000 personas desbordan las cárceles del Estado) y tiende a agravarse. Por eso es necesario enfrentar la realidad social del problema e ir a la raíz del mismo: paro, pobreza, drogas, televisión, exclusión social...-

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