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El vértigo de la altura

El Parlamento convive con una singular perversión: las autoridades que comparecen ante los diputados para someterse a su control se sientan en el estrado de la presidencia, sobre una tarima que hace patente cierta jerarquía. La soberanía popular se acomoda unos centímetros por debajo, a ras del suelo.Ayer, al ciudadano Mariano Rubio también lo aposentaron sobre las tablas presidenciales, apenas unos centímetros por encima de los parlamentarios, unos centímetros que en su simbolismo podían provocar el vértigo de un disparatado abismo.

La comparecencia del ex gobernador tuvo el aire y la expectación de las grandes tardes parlamentarias. Más de un centenar de fotógrafos y redactores. Algunos empezaron a controlarle por la mañana. A las 11.20 salió de su casa, a pocos metros de la parte trasera del Congreso, y se alejó en un coche que le esperaba. A las cuatro y media en punto se presentó en la puerta de la Cámara baja y atravesó los 50 metros de un largo pasillo de flashes.

Lo más singular de una "comisión ordinaria" fue que se televisase en directo. Los primeros planos de Rubio, balbuceante, inseguro -siempre ha sido un pésimo orador- debieron de provocar un efecto demoledor en la audiencia.

Las cámaras dieron a la comparecencia un aire distinto. El socialista Ángel Martínez Sanjuán, que preside la comisión, no hurtó minutos para extenderse en cuestiones reglamentarias. Luisa Fernanda Rudi (PP) tuvo que resignarse a una imagen insólita, tuerta ocasional por un accidente banal que le ha dañado la córnea y le obliga a llevar un parche en su ojo izquierdo.

Probablemente, la intervención más calculada para su efecto público fue la del socialista Juan Pedro Hernández Moltó, quien adoptó un tono demoledor al tiempo que utilizaba la imagen de alguien que pide angustiado un testimonio que salve antiguos errores políticos.

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Rudi se mostró contundente y demoledora manejando datos. Le traicionó el rigor jurídico al insistir sobre la certeza de los documentos que manejaba. Sin duda, la diputada quería referirse a la autenticidad de los papeles. La certeza es una categoría moral que podrá adquirirse si logra demostrarse la autenticidad de los documentos. La comisión saltó del intento de demolición a los trallazos de Francisco Frutos (IU), que prefirió un cierto tono de mitin. Probablemente, no quiso desaprovechar la transmisión en directo.

Sobre las cinco, Mariano Rubio abrió con parsimonia un paquete de tabaco. Encendió su primer cigarro unos minutos después, exactamente cuando Rudi le ametrallaba con fotocopias. El ex gobernador empezó a hablar poco después de las 17.30. Logré un silencio total.

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