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"Mis versos son humanos"

Antes de que empezara a declamar y que incluso trabajara como eléctrico en el teatro, y claro, mucho antes de que le dieran un papelito como meritorio, Francisco Rabal, Paco para todos, Paquito entonces, ya anotaba sus coplas en papeles. Esta es su otra historia, cuando se iba de orgía y desenfreno junto con Fernando Fernán Gómez, pero al no conseguir ni lo uno ni lo otro terminaban por los bares escribiendo sus desdichas en servilletas. Después vendrían las dedicatorias con gracejo a sus novias, amigas y amigos y ya, en el cine, su costumbre por dedicar una "puya" a cada compañero en las cenas de despedida de cada rodaje en los que se ha visto envuelto. ¡Casi nada! De sus 68 años lleva 47 en la interpretación y 53 "escribiendo cosillas". El resultado es su libro, el que hoy presenta, Mis versos y mi copla. Pregunta. Usted fue amigo de Dámaso Alonso, ¿es que se le ha pegado algo de él?

Respuesta. Él era muy bajito y muy sabio y yo no lo soy, pero sí tenía una inocencia que yo procuro mantener. Hace muchos años, él me prestaba libros y me insistía, "¡cuidado, no los manches de aceite!", cosa que yo siempre hacía porque apenas tenía sitio. Cuando tenía 17 años y era electricista en Chamartín él leyó alguna cosa mía, pero ya me decía con antelación: "No me va a gustar porque no me gustan ya ni los títulos, no tienes edad ni condición para ser poeta. ¿Por qué no te haces actor, que eres alto?". Yo sólo pensaba en dejar de ser obrero.

P. Viene de estar en el Puerto de Santa María con Alberti. También en buena compañía.

R. Sí, a él le dedico un poema; le llamo torero del mar y hermano. Me he reído mucho porque con él soy bastante desvergonzado y a él le hace gracia lo que escribo, aunque lo dirá por bondad. Allí, mientras escuchábamos el mar, escuchaba mis cosas entre sonrisas, pero con los ojos cerrados y yo le decía: "¡Granuja, que te estoy viendo que te duermes!".

P. Sus versos no son académicos, ¿es más fácil la emoción con las cosas simples?

R. Mis versos son humanos, escribo de lo cotidiano. Desde siempre he tenido en casa una tradición oral fuerte; mi padre y mi tío contaban coplas. Sabes, a mi padre le decían "oye, que con esos pies tan grandes no te van a dejar entrar en Madrid".

P. En una de sus coplas se queja de que ya no le dejan a uno fumar a gusto.

R. Sí, me duele tanta intransigencia. Yo he estado cuatro meses sin fumar y he engordado mucho, hasta que he vuelto a coger un pito.

P. No creo que se vaya a morir de eso, después de tanta cicatriz como tiene en el cuerpo. Usted casi tiene siete vidas, ya sabe, como quien...

R. Uno de mis últimos sustos lo tuve aquí, bien cerca, en la carretera de Barajas.

P. Otro susto ha sido la pérdida de su compañero Vicente Gascón, el niño de Truanes...

R. Estoy muy apenado con la muerte de Vicente. Me llamaron sus padres cuando ocurrió, pero estaba fuera de Madrid. Al volver de vacaciones lo primero que he hecho es llamarlos. En esta serie no tengo intención de continuar porque quiero dejar un poco la televisión para volver a hacer cine.

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