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Milanés se presentó ante su público sin dolor de estómago

El cantante cubano Pablo Milanés, superados los problemas estomacales que le postraron en el hotel Victoria, se reencontró con el público madrileño ayer por la mañana en la FNAC. El salón estaba abarrotado por un público ansioso por conocer el nuevo álbum tras cuatro años de silencio discográfico. Entre los asistentes estaba el cantante Manolo Tena, recién llegado de Miami, donde se casó por sorpresa. Y también los músicos Jaime Asúa, Manuel Illán y el grupo Los Especialistas. Todos ellos, junto con Milanés, darán un concierto el 22 de abril en el pabellón de deportes de la Comunidad de Madrid, bajo el título La noche del libro, organizado por la macrolibrería FNAC. Pablo Milanés destacó que Orígenes es un catálogo de nostalgias serenas desde los 50 años de vida. Se trata de canciones muy recientes que se compusieron y grabaron en Madrid el pasado enero. En el nuevo disco abundan las dedicatorias. Milanés cantó, acompañándose a la guitarra, cuatro temas: La soledad, dedicado a Mercedes Sosa; Carta a un amigo lejano, a Quico Pi de la Serra, de quien dijo: "Entrañable amigo, uno de los trovadores más extraordinarios que conozco, pero muy poco conocido en su propio país"; Sandra, dedicada a su compañera, una bellísima mujer, menuda y discreta que seguía la actuación desde primera fila. Y se despidió con Sueños, una canción que se ha dedicado a sí mismo: "Quiero imaginar que no hubo un tiempo que pasó para vivir; quiero regresar hacia el lugar donde nací".

Al terminar su breve comparecencia, Milanés comentaba con unos amigos algunas anécdotas de su carrera.

Entre otras cosas, el cubano habló del cantante que más le ha impresionado sobre un escenario: "Fue hace tres años, en Buenos Aires. Unos amigos acudimos a ver cantar a Roberto Goyeneche, artista popularísimo en Argentina. Estábamos Fito Páez, la actriz Susupe Coraro, mi esposa, Sandra, y yo. Goyeneche, que tiene 78 años y varias dolencias, estaba mal ese día y no pensaba salir al escenario; al fin se animó. Cantó unos cuantos tangos, y lo hizo de tal forma que aquello fue la emoción más grande de nuestra vida. Todos acabamos llorando sobre la mesa a lágrima tendida".

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