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20 minusvalidos 'toman' la línea 27 de la EMT por la falta de autobuses adaptados

Las sillas de ruedas tomaron ayer la línea 27 de la EMT (Embajadores-plaza de Castilla). Veinte discapacitados, convocados por la Coordinadora de Minusválidos Físicos, utilizaron, con ayuda de monitores, este transporte que a diario tienen velado. Protestan por el retraso municipal en poner n marcha los autobuses adaptados para personas con problemas de movilidad. De momento, sólo hay uno a prueba. El resto circulará en abril.

Los pasajeros del 27 comprobaron ayer cómo unos escalones pueden transformar un autobús en una barrera infranqueable. Los minusválidos, la mayoría en sillas de ruedas, sólo pudieron subir con ayuda de monitores. Dos cogían en brazos a cada discapacitado y un tercero portaba la silla. A diario no pueden contar con esta ayuda. Se quedan en tierra.Algunos, satisfechos de haber llevado adelante su protesta, hacían gala de humor negro para comentar la situación. "Adonde tendría que ir este autocar es a Lourdes", manifestaba, corrosivo, un hombre mayor. "Déjate de vírgenes", le replicaban sus otros dos tertulianos. "Lo que pedimos no es nada especial para nosotros, porque hay muchos ancianos que también utilizarían un autobús de plataforma baja porque los normales les resultan un engorro", explicaban.

La línea no se colapsó, pero el autobús tomado circuló más lento de lo normal. Los minusválidos repartieron octavillas informativas a los pasajeros. La mayoría fue comprensiva. Aunque hubo reacciones para todos los gustos: sorpresa, curiosidad, alarma por el posible retraso. Y también salidas intempestivas, como la de un señor que nada mas ver el autobús abarrotado y el lío de fotógrafos comenzó a despotricar: "Esto es un libertinaje". Al final bajó entre abucheos.

En la protesta participaron discapacitados de todas las edades. Aurora, de 26 años, acudió con su madre. Hace dos años un accidente de moto le dejó meses en coma. Al salir del peligro tuvo que enfrentarse a una vida con muletas. "A veces bajo al metro, pero sólo si son tramos de pocas escaleras", asegura. "Me resulta muy trabajoso salir de casa, pero lo quiero hacer porque si no acabas convirtiéndote en una maceta", afirma con coraje.

Antonio Bolaño, zapatero jubilado que se mueve en silla de ruedas, de 58 años, no puede entrar al metro ni al autobús. Por su barrio de Campamento se desplaza con un triciclo a pedales. Otras veces, en taxi.

Pilar Ramiro, secretaria de la Coordinadora de Minusválidos, asegura que el Ayuntamiento se comprometió a tener 25 autobuses de plataforma baja circulando en 1993. Y que un número mayor, hasta 200, se pondría en marcha en 1994.

Un autocar que se arrodilla ante el pasaje

El autobús de piso bajo comenzó ayer su paseo de demostración por las calles del centro de la capital. En la plaza de Cibeles abrió sus puertas para que los usuarios lo probaran. "Es el primer autobús que se arrodilla", indicó un anciano al ver la maniobra más característica del vehículo, qué se inclina hacia el bordillo para facilitar el acceso a personas incapacitadas.Durante los próximos días será posible subir y darse una vuelta en el prototipo, que efectuará el recorrido de la llamada línea especial de Navidad, entre Princesa y Goya. Uno de los conductores del nuevo modelo ejercía ayer de cicerone ante los usuarios. "Ya lo han probado algunos pasajeros en silla de ruedas, aunque los más mayores se han mostrado reacios a subir", explicaba.

Su plataforma se encuentra a 32 centímetros del suelo, distancia que el conductor puede reducir hasta adaptarla al bordillo de la acera. En la puerta trasera se despliega una rampa móvil por la que puede deslizarse fácilmente una silla de ruedas. No tiene ningún escalón y su pasillo es más ancho.

Tras el periodo de pruebas, se decidirán las líneas entre las que se distribuirán las 25 unidades adquiridas por la Empresa Municipal de Transportes (EMT). Las más propicias, según el gerente de la compañía, Tomás Burgaleta, son las del centro, aunque no se descarta el crear líneas específicas para estos autobuses que comunicarían centros de rehabilitación y universidades. Las primeras ocho unidades, a las que sólo les falta una mano de pintura roja, circularán de forma regular a mediados de abril. Las 17 restantes lo harán antes de San Isidro.

Cada uno de los nuevos autobuses cuesta 26 millones de pesetas, nueve millones más que los autobuses habituales. Esta partida estará subvencionada en parte por el Inserso y la Federación Española de Municipios, que aportarán hasta el 75% de la diferencia de precio.

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