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De la Rosa desvía 1.000 millones de pesetas de Tibigardens hacia sus propios negocios

Javier de la Rosa ha desviado 1.000 millones de pesetas desde Tibigardens, la sociedad encargada de construir el parque de Tarragona, hacia sus propios negocios, según han confirmado diversas fuentes financieras a este diario. Estos 1.000 millones, posiblemente procedentes de créditos avalados por la Generalitat, figuran como invertidos en pagarés de Grand Tibidabo, la sociedad propietaria del 70% de Tibigardens y aquejada de graves problemas financieros. Los socios minoritarios de Tibigardens, la multinacional norteamericana Anheuser Busch, que posee el 20%, convocaron ayer una reunión de emergencia del consejo de administración de la empresa, y su presidente, Alfans Maristany, presentó la dimisión.

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Los representantes de Busch habían exigido a De la Rosa explicaciones sobre la situación financiera de Tibigardens, nombre comercial de Grand Península que es la sociedad promotora del parque, y que arrastraba importantes atrasos de pagos.Ayer mismo los representantes norteamericanos no daban crédito a sus ojos cuando recibieron la copia del extracto de las cuentas de Tibigardens en la Caixa de Tarragona. Según este documento, "Grand Península tiene depositados en esta entidad 1.001 millones de pesetas en pagarés de empresa". Horas después los hombres de Busch consiguieron confirmar que esos pagarés eran de Grand Tibidabo, sociedad que preside De la Rosa y de la que posee el 30% del capital. Asimismo, Grand Tibidabo es la propietaria del 70% de Tibigardens.

A las siete de la tarde de ayer el consejo de Grand Península se reunió en sesión de urgencia convocado por los representantes de Busch. En la reunión, el presidente de la sociedad Alfons Maristany, cuñado de De la Rosa, presentó su dimisión irrevocable. La reunión fue muy agitada y los representantes de Busch expresaron su indignación ante la situación.

A preguntas de este diario, De la Rosa negó todas estas informaciones: "no es cierto, no es cierto". Respecto al consejo, negó que hubiera sido convocado por Busch, y calificó la reunión de "normal".

Como en sus tiempos en Torras, el financiero está cruzando las deudas y participaciones de unas empresas con otras, hasta convertirlo todo en una maraña inextricable. El proyecto Tibigardens cuenta con un aval de la Generalitat de 10.000 millones de pesetas, utilizado en su mayor parte. Según el decreto de concesión. los créditos sólo pueden emplearse para pagar las obras del parque. Aparte de estos créditos, Grand Península sólo ha recibido uno de 1.000 millones, en este caso sin aval, de la Caixa de Tarragona, que lo concedió a instancias del consejero de Economía de la Generalitat, Maciá Alavedra. Fuentes próximas a dicha caja han descartado que este crédito sea el utilizado para comprar los pagarés, por lo que todo indica que podría tratarse de dinero oficialmente avalado por la Generalitat.

Para los norteamericanos no es la primera vez que se plantea la amenaza de ver volar dinero del parque. El anterior consejero delegado de Tibigardens, Carles Vilarrubí, dimitió por vía notarial a finales de 1992, y se negó a firmar un talón de 1. 500 millones de pesetas, correspondientes a un crédito por el mismo importe avalado por la Generalitat, que De la Rosa pretendía aparcar en sus propias cuentas. A raíz de la dimisión de Vilarrubí, la Generalitat aumentó los controles para evitar que el financiero aplicara el dinero a otros destinos. Surge ahora la duda de si esos controles han sido eficaces.

En otra ocasión, Alfons Maristany traspasó a Quail, sociedad de De la Rosa, 100 millones de pesetas, en dos talones. Los americanos dieron un plazo de, 48 horas para que el dinero fuera devuelto.

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