Cisco y Ciscar

Cuenta la historia que, muerto Alejandro por los excesos en el comer y en el beber, su imperio no le sobrevivió y se dividió entre sus generales, orígenes de dinastías de distinta suerte, sin duda la de los Ptolomeos la más positiva porque con los años provocaría el encuentro entre Richard Burton y Elizabeth Taylor. Al pie de un domingo sin fruto me pongo a considerar que los grandes hombres pasan y las obras no les sobreviven en relación directa a su grandeza. A más grandeza, menos supervivencia. No me tranquiliza, pues, el eclipse del PSOE a la sombra del felipismo, porque aunque a Felipe González Dios le guarde la vida muchos años, o el PSOE reacciona como intelectual orgánico colectivo o no sólo todo un partido se iría al paro, sino que, peor que eso, una parte fundamental, determinante, de la izquierda social y electoral española se quedaría vagando por un desierto sin límites, lamentando como los gallegos del chiste: "Nus hemos perdidu".El mejor análisis que he leído sobre el fenómeno de transustanciación del cuerpo y espíritu del PSOE en la persona de Felipe González se lo debo a César Alonso de los Ríos, escrito con un espíritu clarificador, sin ironía ni crítica, simplemente como un servicio a la verdad objetiva. Desde la verdad objetiva me parece satisfactorio que el cisco entre guerristas y renovadores se haya resuelto con el nombramiento de Ciscar como responsable de organización, porque recuerdo su buena gestión al frente de la consejería cultural de la Generalitat valenciana, complementada con la ambición cultural del alcalde Pérez Casado hasta conseguir una de las programaciones culturales más audaces. Otra cosa es la tortícolis del intelectual orgánico colectivo, obligado a este partido de tenis copular entre Felipe y Alfonso, mientras el debate de las ideas... visto y no visto.