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La dirección de Air France se da tres años de plazo para salvar la compañía

Enric González

La dirección de Air France se ha fijado un plazo de tres años para salvar la compañía. Y, según su nuevo presidente, Christian Blanc, no existen garantías de que la compañía pública de transporte aéreo pueda remontar el vuelo. "Hace dos meses pensaba que la salvación no era posible; ahora empiezo a creer que lo es", afirma Blanc, para quien "todos los factores objetivos juegan en contra de la ernpresa". Con unas pérdidas de 7.500 millones de francos (unos 180.000 millones de pesetas) en 1993, y una deuda global de 36.000 millones de francos (casi 870.000 millones de pesetas), Air France está en una situación crítica.Si la firma francesa no consigue mejorar sustancialmente sus cuentas entre 1994 y 1997, año en que el tráfico aéreo doméstico de la Unión Europea ha de abrise a la competencia internacional, la suerte estará echada. "La alternativa es clara: podemos renacer, o podemos morir", afirma.

El mensaje tremendista del presidente de Air France tiene tres destinatarios: los 14 sindicatos de la compañía, a los que se exige que aprueben por unanimidad un duro plan de saneamiento; Leon Brittan, el comisario europeo que vigila el respeto a la competencia leal, de quien se requiere el beneplácito para una masiva inyección de fondos públicos en la empresa; y la sociedad francesa, no muy consciente todavía de que Air France puede realmente hundirse.

Medio billón de pesetas

Una subvención estatal de 20.000 millones de francos (casi medio billón de pesetas) es la pieza clave en el plan de salvación. A los sindicatos se les advierte que el dinero sólo llegará si aceptan 5.000 bajas voluntarias de entre una plantilla de 40.000 personas, la congelación de todos los salarios durante tres años y un sustancial incremento de la productividad. Los principales sindicatos han hablado de "chantaje", pero nadie ha cerrado la puerta a una negociación que empezará el próximo día 28.

Los 20.000 millones de francos son, además, un bocado difícil de digerir para Bruselas. El británico Leon Brittan es poco amigo de las subvenciones, y ya tiene sobre la mesa una protesta oficial de British Airways (BA) contra el "falseo de la libre competencia" que implica el dinero público hacia Air France.

BA estaba en una situación no muy distinta a la de Air France a principios de los años ochenta, cuando fue privatizada por Margaret Thatcher, y tuvo que aceptar 20.000 despidos, reducciones de salarios y cambio radical en la organización interna. BA tiene ahora una productividad superior en un 30% a la de la firma francesa y es la tercera compañía aérea del mundo por rentabilidad, mientras Air France es la número 44.

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