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El pánico de las pensiones

El ministro Solbes ha levantado una bandada de palomas asustadas con dos tiros certeros en el coto de las pensiones: el sistema de reparto que rige en la Seguridad Social española desde Franco quebrará en el año 2020; y el paso necesario a un sistema de capitalización puede poner en peligro la jubilación de quienes ahora tenemos más de 45 años.El ministro no sabe mentir, lo que es una bendición, porque ha dicho verdades que otros callaban. Derramo pues una cornucopia de elogios sobre él pues ha querido abrirnos los ojos ante el peligro de que un sucesor suyo no tenga fondos para atender a los jubilados.

El artículo 50 de nuestra Constitución compromete a los poderes públicos a garantizar "mediante unas pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad". Nada dice sobre cómo se debe materializar esta garantía.

De hecho, se ha delineado en España un sistema de tres niveles: las pensiones no contributivas de la Seguridad Social, que garantizan un mínimo, háyase ahorrado o no durante la vida de trabajo; las pensiones contributivas, que tienen alguna relación con el tiempo durante el cual el pensionista ha contribuido y con la retribución en los años anteriores a su retiro; y otro nivel voluntario, en pequeña parte desgravable de la cuota del IRPF, que puede concretarse en participaciones de fondos y en pólizas de seguro.

Las pensiones que paga la Seguridad Social se financian por reparto; es decir, los trabajadores activos de cada momento pagan las pensiones de los jubilados, cualquiera sea la cuantía, incluso nula con que éstos hayan contribuido durante sus años de empleo. Es crucial, pues, el que haya bastantes trabajadores activos para sufragar unas pensiones periódicamente actualizadas. Si la población española sigue envejeciendo, habrá que retrasar la edad de jubilación, y aun así, dice Solbes, no habrá fondos para cumplir el mandato constitucional más que hasta el año 2020.

El escalón adicional se acumula por capitalización, en el sentido de que el jubilado recibe una suma resultante de su ahorro propio. La pensión no depende de la pirámide de población, sino de la sabiduría de la inversión, especialmente si fue invertida por instituciones solventes en activos equilibrados y en monedas de confianza.

Dejando a un lado las pensiones no contributivas que no son lo importante y que una economía próspera debe poderse permitir el paso crucial que debe dar España es el de basar la jubilación de todos los trabajadores en el producto de lo que cada uno haya ahorrado durante su vida de trabajo. Esto plantea dos problemas: cómo complementar las pensiones de los mayores de 40 o 45 años, a quienes no les dará tiempo para ahorrar un mínimo suficiente; y cómo hacer que los más jóvenes ahorren para sí y al propio tiempo complementen las pensiones de los mayores.

En Chile y Nueva Zelanda, gobiernos de muy distinto tinte político han aplicado un programa de adaptación paulatina. Los trabajadores jóvenes están obligados a contribuir regularmente para sí a fondos privados; los mayores que lo prefieran pueden quedarse en la Seguridad Social, pero el Estado, a cargo de los impuestos generales, complementa sus primas si quieren pasarse también a un . fondo privado. Hay que estudiar éste y otros ejemplos y no revolotear asustados sin saber dónde posarse. Una cosa está clara, el Estado no sólo no podrá cumplir sus promesas en el siglo XXI, sino que ya las incumple hoy. ¿Recuerdan ustedes cuando la pensión contributiva era del cien por cien del sueldo medio del último año? No hace ni un decenio de ello. Luego fue el 80% del sueldo del último año. Ahora es el 80% del sueldo medio de los últimos cinco años, lo que es menos. Hay que haber contribuido no 10 años, sino 15 y pronto 20... Y no contentos con eso, se murmura que quieren quitarle la pensión de viudedad a mi madre.

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