El canapé
20.00 horas. El salón comienza a llenarse. Surgen los primeros saludos.20.15 horas. Pequeños corrillos alrededor de cualquier editor al que poder colocar el manuscrito inédito lo que, sin duda, no deja de tener interés en un país que publicó 50.644 títulos sólo en 1992.
Una buena parte de los Proust o Norman Mailer autóctonos y por descubrir, charló con Bernhardt en Mallorca, tomó un cocido con Max Aub en Lhardy, conoció a la sobrina de Aldous Huxley o tiene la seguridad de que uno de los personajes de Claudio Magris está inspirado en una noche de farra que compartió con el triestino en El Molino de Barcelona. No falta incluso el que puede jurar por lo más sagrado que uno de los últimos Premios Nacionales de Literatura le robó la idea de una novela que casi tenía acabada y que quemó de pura rabia. Sin olvidar el enésimo relato de un cruce de frases ingeniosas con un consagrado en uno de los programas culturales nocturnos de radio que escuchan los celadores de guardia.
Tanto talento inédito sólo se puede explicar por las reticencias que despiertan lo revolucionario y brillante entre los instalados, lo cuales a su vez hace tiempo que no escriben como en sus prime ros tiempos. Los vivos ya no son lo que eran. Los muertos no son rivales. 21.40 horas. Alguien de la editorial anuncia que es el tiermpo de las copas. Los que están a punto de demostrar su indemostrado talento compiten por el pincho de tortilla con los que sienten algo mas que hambre de conocimiento. La duda, que no la paz, puede surgir entre el canapé o acercarse al famoso. Así es la jungla de Gütenberg, una constante pugna.
En una sola jornada, y si a usted le apetece incrementar su particular acervo cultural con recuerdos y divulgaciones de todo tipo, Madrid le ofrece un atractivo programa: desde cómo adentrarse en los recovecos de la Permacultura o el regreso al Edén, Criar a un niño, educar a un joven o recorrer Los caminos de la terapia psicoanalítica, hasta preguntarnos con el conferenciante ¿Qué está pasando en los países del Este?, sin desdeñar la posibilidad de embelesarse con El autor y su obra, sea cuales fueran.
Y todo eso sin contar con una vernissage en una galería de lujo en la que el joven valor emergente le sorprenderá con una instalación de tres maderos y dos botes de Cola-Cao (Apocalipsis corner, 1994, podría ser su, metafórico título).
Un lujo enciclopédico al alcance de la mano.
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