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Atasco en el cabo de Hornos

Tres regatas doblan estos días el paso entre América y la Antártida

El Cabo de Hornos es para los navegantes lo que el Everest para los alpinistas: un símbolo y un desafío. Estos días los tres meteorólogos chilenos que habitan este islote rocoso situado al sur de la Tierra del Fuego, que sitúa y da nombre a este paso entre la Antártida y el continente suramericano, asisten a un espectáculo insólito. Acostumbrados a un paisaje marino desolador, la extraña coincidencia de que tres regatas doblen el cabo casi simultaneamente, les permite ver desfilar ante su puesto a los más modernos veleros -17 en total- y quizá hasta puedan comunicarse con los mejores navegantes."El Cabo lo pasamos con 25 nudos de viento del norte el día nublado y anocheciendo" relata escuetamente Javier Gándara, patrón del barco español Galicia 93. "Aunque parece que está muy al sur, nos da la sensación de que está muy al norte después de haber navegado durante días por debajo del paralelo 60. Al ganar latitud norte, además nos parece que no hace frío".

Los primeros que enfilaron el Cabo -el pasado sábado- fueron los siete tripulantes del catamarán gigante ENZA, patroneados por el neozelandés Peter Blake, vencedor de la regata Vuelta al Mundo de 1989. El ENZA intenta rebajar el récord de la vuelta al mundo sin escalas, en poder del francés Bruno Peyron, que lo situó en 79 días el año pasado.

Peter Blake lleva dos días de ventaja en su diario de a bordo sobre Peyron, aunque aún le queda por delante una complicada remontada del Atlántico con el frustrante paso por las calmas ecuatoriales, que pueden dejar parado un velero. Justo detrás de Blake, dobló el cabo el francés Olivier de Kersauson a bordo de su enorme trimarán, que tomó la salida del Trofeo Julio Verne junto a Blake y se encuentra a 300 millas de su popa.

A lo largo de la semana el tráfico se intensificará. Los más rápidos de entre la flota de diez barcos WOR 60 y cinco Maxis que participan en la regata Vuelta al Mundo con escalas (Whitbread), dejaron a babor la mítica roca el domingo por la tarde, para empezar a remontar el Atlántico rumbo a Punta del Este (Uruguay). El desfile seguirá por lo menos hasta el jueves, cuando doblarán el cabo los más rezagados.

El Galicia 93, que en los últimos días pelea por mantenerse en los primeros puestos de esta cuarta etapa de la Whitbread, fue uno de los primeros en pasar el domingo. Para casi todos los tripulantes del Galicia fue un día muy especial, ya que supuso su primer Cabo de Hornos, la graduación de todo navegante.

Dice la tradición que los marineros al pasar Hornos confunden el aullido del viento con los lamentos de sus colegas ahogados. La superstición típica de los navegantes de antaño no tiene cabida en la mente de los regatistas profesionales de ahora.

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