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La acusación cree que no hay interés en aclarar judicialmente el 'caso Alfaro'

Gonzalo Martínez-Fresneda, acusador particular en la querella de la sociedad de bolsa CAB contra el empresario Benedicto Alfaro, criticó ayer la pasividad del fiscal de delitos monetarios por no asistir a ninguna de las declaraciones, ydijo que "no hay excesivo interés" en aclarar un caso "en el que han muerto tres personas y se han perdido miles de millones". El juez Miguel Moreiras, encargado del caso, autorizó excepcionalmente al empresario a salir por una puerta especial para evitar a los periodistas.

Alfaro compareció ayer ante Moreiras para declarar sobre la querella presentada contra él por la Corporación de Agentes de Bolsa (CAB), que le acusa de haber sustituido letras de cambio auténticas, emitidas por el propio Alfaro, por nuevos efectos en los que las firmas habían sido deliberadamente falseadas.El importe total de las letras, con vencimientos entre mayo y octubre de 1993 asciende a 296 millones de pesetas. CAB era la sociedad para la que trabajaba el intermediario Baltasar Egea, que se suicidó el 4 de mayo de 1993 tras matar a su mujer y a su hijo, y acusó a Alfaro en una carta de haberle arruinado al no pagarle lo que le debía.

Alfaro reiteró ante el juez que nunca entregó a Egea letras de cambio para que las utilizara como productos financieros en los que pudieran invertir sus clientes y dijo que las letras que varios inversionistas tienen de Egea, y que están firmadas por Alfaro, son falsas. El juez decidió tomar a Alfaro, una muestra de escritura para que los peritos comparen las firmas.

"Que todas las firmas son falsas nadie lo pone en duda", manifestó Martínez-Fresneda. "La cuestión es ¿quién las falsificó?". "El resumen de todo es que Alfaro subía a la oficina de Egea a tomar café", añadió irónicamente el abogado. Alfaro reiteró que recibió dinero de Egea en metálico, y a cambio le entregaba letras de cambio y pagarés, pero aseguró que había devuelto todo, excepto 410 millones, parte de los cuales estaban pendientes de vencimiento cuando Egea se suicidó.

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