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Salinas intenta lograr la paz en Chiapas con nuevos cambios políticos

El Gobierno mexicano prepara un importante paquete de reformas políticas tendentes a sanear el sistema electoral vigente y proporcionar mayor democracia a las instituciones republicanas. La decisión responde a un clamor generalizado del país, donde el movimiento ciudadano camina mucho más rápido que la propia clase política dirigente, pero recoge también una de las condiciones que ha impuesto la guerrilla zapatista para firmar la paz en Chiapas.Estas reformas, entre las que figura la presencia de observadores internacionales en la vigilancia de las elecciones presidenciales del 21 de agosto próximo, formarán parte de una iniciativa parlamentaria que el presidente Carlos Salinas de Gortari enviará al Parlamento bicameral mexicano en los próximos días, según informan fuentes próximas al Ejecutivo.

Observadores internacionales

Medios intelectuales han sugerido que entre los observadores internacionales figuren prestigiosos políticos que hablen español y no pertenezcan a las caducas organizaciones de la región ni a las fundaciones americanas que hacen de este tipo de misiones su profesión. Entre los nombres barajados como modelo para México figuran el canadiense Pierre Trudeau, el uruguayo Julio María Sanguinetti, el argentino Raúl Alfonsín y el español Adolfo Suárez, entre otras personalidades.

Otra de las novedades de esta reforma será la definitiva configuración del Instituto Federal Electoral (IFE), la institución encargada de regular los comí cios en México, como un órgano independiente, especialmente en lo que respecta a su dirección, hasta ahora controlada por el partido en el Gobierno. El IFE, concebido por el sistema como el escaparate de sus anteriores re formas políticas, perdió sin embargo gran parte de su credibilidad meses atrás cuando se supo que su anterior presidente, Emilio Chuayffet, dejaba la institución a cambio de la candidatura al gobernador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por el Estado de México. La inminente decisión de introducir la figura del observador internacional en las elecciones mexicanas ha sido aplaudida y tachada de valiente por los analistas políticos. El sistema mexicano siempre ha sido reacio a incorporar esta figura, ya que entendía esto como una vulnerabilidad de su soberanía, principio sagrado de la política exterior de México.

Los sucesos de Chiapas y llamamientos como el que hizo días pasados en Los Ángeles el escritor Carlos Fuentes a Salinas para que utilice su inteligencia en favor de una mayor democracia en el país y la nueva conciencia de autocrítica que emerge últimamente dentro del PRI han influido en esta decisión, que el Gobierno pretende anunciar en breve sin tratar de herir a la vieja clase revolucionaria, muy crítica e intolerante frente a cualquier tipo de cambio.

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