Español y socialista
Alfonso Guerra convocó ayer a sus fieles -fue su última aparición pública antes del congreso federal- para renovarles su fe en el socialismo y en España, dos conceptos que se han convertido en las ideas fuerza de sus recientes apariciones públicas. A escuchar el mensaje acudieron sus más próximos colaboradores en la ejecutiva federal saliente -José Félix Tezanos, Matilde Fernández, Salvador Clotas, Francisco Fernández Marugán, Abel Caballero- y más de mil seguidores que parecían desear que el acto -la presentación de publicaciones de la Fundación Sistema y la Fundación Jaime Vera- se convirtiera en un mitin político. Pero Guerra se mantuvo moderado, conciliador, prudente, sin apenas concesiones al lenguaje mitinero.La única vez que lo hizo soy socialista por convicción y ni me amedrentaron ni me voy a dejar amedrentar por los poderosos de ayer o de hoy"- arrancó los aplausos de un público entregado que quería más. Pero el mensaje de Guerra era de unidad -"mis únicos adversarios son los adversarios del socialismo"-, y de piadosa esperanza en el próximo congreso: "Deseo que la próxima cita del socialismo sea un éxito, que no defraude a nadie, sobre todo a los que se identifican con el proyecto socialista". Porque Guerra no ocultó, lo dijo expresamente, estar preocupado por la situación actual del socialismo.
Entre el público algunos rostros conocidos del teatro (Adolfo Marsillach), del partido (José Luis Corcuera), de la política (Santiago Carrillo), de los despachos de abogados (José María Calviño) , del Ayuntamiento de Madrid (Juan Barranco). Del Gobierno, nadie. Aragón, en cambio, estaba especialmente bien representado por su presidente autonómico, José Marco, y el alcalde de Zaragoza, Antonio González Triviño. De los más próximos sólo faltaba José María Benegas que asistía en El Pardo a una cena oficial.
Guerra, tan atildado como siempre, pidió ayer rigor, tolerancia e integración, pero dejó caer también alguna advertencia: no hay que marginar a los sindicatos y tener cuidado en la cuestión autonómica, ya que una "eventual aportación de votos" puede parecer una permanente presión para la gobernación de España. Porque lo dijo muy claro y muy alto: "Yo creo en España".
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