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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Emilio Castelar

Quiero hacer algunas puntualizaciones en relación con el artículo titulado Te olvidaron, Castelar, publicado el pasado día 12 de febrero. No deseo polemizar con el firmante de la crónica, y es más, me parecen dignas de encomio las molestias que se tomó para averiguar no sólo el cargo público ocupado por Emilio Castelar, sino incluso el lugar de su enterramiento. Este último asunto es algo que a los republicanos siempre nos ha importado muy poco, tanto en el caso del citado presidente de la Primera República como en otros muchos. Lo que desde luego no es cierto, y sin duda se trata de una confusión sin importancia, es que el escritor José Esteban y quien suscribe ignoremos quién fue Emilio Castelar. Es conocido que José Esteban, tanto en su dimensión de novelista como en su dimensión de editor, es un reconocido estudioso del siglo XIX español. En lo que a mí respecta, puedo presumir de tener en mi biblioteca no sólo una parte importante de la obra de Castelar, sino la práctica totalidad de los estudios que sobre él se han realizado.

Efectivamente, un lapsus momentáneo hizo que confundiese el lugar de fallecimiento de Nicolás Salmerón, acaecido en Pau (Francia) en 1908, con el de Emilio Castelar, que ocurrió, como es conocido, en San Pedro del Pinatar el día 25 de mayo de 1899 y que fue enterrado en Madrid el día 29 del mismo mes. Caso de haber sido de nuestro interés el realizar algún tipo de homenaje a tan eximio político, éste se habría hecho en la glorieta que lleva su nombre. La razón para no hacerlo es la que argumentaba Francisco Pi y Margall en artículo publicado en el periódico El Nuevo Régimen: "( ... ) Castelar ha muerto. Era un brillante orador y un brillante escritor. Llorémosle como literato los que no le podemos llorar como político...". Es obvio que las mismas razones son las que nos llevan a los republicanos a no considerarnos vinculados a la trayectoria del posibilista Castelar, que de republicano de 1873 degeneró en monárquico de Sagasta.

Por último, agradecer la presencia de los medios de comunicación en este acto, y, por parte de los servicios pertinentes municipales, el adecentamiento de las tumbas de los tres presidentes de la Primera República que se encuentran enterrados en el cementerio civil de Madrid. Nuestro sencillo acto tenía un carácter laico, reivindicativo de valores cívicos, de conductas y también, por qué no, de tradiciones y conmemoraciones, más adecuados a la realidad democrática que nuestro actual calendario católico laboral.-

Secretario general de Izquierda Republicana.

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